‘A.I.C.C.A’, el perro robot de Mario Klingemann performa en el Espacio SOLO (Madrid)
Performances
de Emma Drocco
Este es un proyecto cuyo humor suscita muchas preguntas. ¿Cuál es el papel de la inteligencia artificial en el mundo del arte? ¿Qué significa ser crítico de arte hoy en día? A.I.C.C.A, la escultura-performance de Mario Klingemann (Laatzen, 1970), artista alemán pionero en el uso de la inteligencia artificial en el arte, combina la estética retro de un pequeño perro de trapo con complejos algoritmos y tecnologías. La idea detrás de esta pieza es la de dar vida a un performer, inspirándose tanto en los autómatas ambulantes de los siglos XVIII y XIX como en el Electric Monk, el robot creado por el escritor de cómics de ciencia ficción Douglas Adams y entrenado para hacer el trabajo de su dueño. En una época de sobrecarga visual y escasa atención humana, Klingemann ironiza con que «parece haber un hueco para las máquinas… que prestan atención».
El artista utiliza ChatGPT y su habitual humor irónico para generar una conversación sobre las fronteras entre arte y tecnología, incorporando además la robótica en su proceso artístico por primera vez. ¿El resultado? Un peludo agente provocador que invita al debate sobre la IA, el papel de los robots o incluso lo que significa tener un ojo crítico. Un tema, el de la relación entre el mundo del arte y la inteligencia artificial, que siempre genera dudas. Por un lado, las preguntas sobre el papel de la creatividad en estos procesos; por otro, la dudosa calidad de algunas de las obras producidas.
Y es precisamente en este debate sobre cuestiones socioculturales que se fundamenta A.I.C.C.A, sin tener la pretensión de dar una opinión, sino más bien subrayando irónicamente la superficialidad de esta discusión.
Acrónimo de Artificially Intelligent Critical Canine, A.I.C.C.A fue creado en colaboración con ONKAOS y Maedcore, una importante empresa madrileña de ingenieros robóticos. Inspirado en los clásicos juguetes de época con ruedas, el perro de peluche, capaz de moverse de forma autónoma sobre una plataforma, observa su entorno a través de una lente negra. Detrás de esto, una larga formación sobre un vasto corpus de material visual y escritura artística que le ha permitido tener un criterio propio para identificar las obras, basado en la composición, el color, el estilo e incluso la semántica.
Durante su actuación en el Espacio SOLO de Madrid, A.I.C.C.A se acercó a una obra y, tras analizarla trabajando con ChatGPT, produjo una breve pieza crítica que luego expulsó, en una pequeña tira de papel, como un perro normal en el acto de hacer sus necesidades. Pero, ¿puede realmente la IA sustituir a un texto crítico? La respuesta es no, y desde luego no era lo que el artista quería sugerir.
La obra que, pese a estar basada en la inteligencia artificial, pone en el mismo nivel los resultados de la IA y los excrementos, quiere, por tanto, que reflexionemos sobre los criterios críticos con los que se evalúan la calidad y el valor de las obras en el mundo del arte.
«El hecho de escribir o no sobre un determinado artista ya es un acto de gatekeeping […] Si un crítico conocido nunca escribe sobre ti, probablemente no seas nadie. Incluso recibir una mala crítica es mejor que ser ignorado», afirma Klingemann. «Que no escriban sobre ti es lo peor que te puede pasar».
A.I.C.C.A no nos da respuestas, ésa no es su intención. Klingemann, con sus maneras divertidas y provocadoras, no se posiciona. La intención del artista es reivindicar el espacio artístico como lugar de experimentación, un patio de recreo donde abordar con ironía y humor debates actuales como la subjetividad humana, los prejuicios de la IA y las repercusiones sociales de los contenidos generados por bots.
La obra de Mario Klingemann
«¿Es eso todo lo que hay? ¿Podría haber una estética más allá de la cual algunas cosas no se hayan demostrado?». Esta es la pregunta que plantea Klingemann, explorando el terreno relacionado con la Inteligencia Artificial a través de conjuntos de datos, código y complejos algoritmos de aprendizaje automático conocidos como redes neuronales.
Programador autodidacta, Klingemann crea modelos de máquinas que luego entrena con conjuntos de datos seleccionados, que van desde hallazgos en Internet a retratos de maestros antiguos, pasando por microscopios electrónicos y piezas de máquinas. Una vez configurados, estos modelos generan nuevas imágenes de forma autónoma, dando lugar a lo que actualmente se denomina arte generado por inteligencia artificial. Trabajando con insumos visuales figurativos, Klingemann produce retratos distorsionados y perturbadores como The Butcher’s Son, ganador del Premio de Oro Lumen 2018. En muros mediáticos o instalaciones como Memories of Passerby I, por otro lado, los espectadores pueden observar un flujo continuo de imágenes generadas por inteligencia artificial.
Una parte importante de la investigación de Klingemann se centra en los archivos culturales digitales; ha trabajado con prestigiosas instituciones como la British Library, la Universidad de Cardiff y la Public Library de Nueva York, y es artista residente en Google Arts and Culture. Recibió el British Library Labs Artistic Award 2016 y actualmente colabora en proyectos impulsados por la incubadora de artes digitales ONKAOS. Klingemann participa regularmente en conferencias internacionales sobre arte y tecnología y sus creaciones se han expuesto en todo el mundo, como en el MoMA y el Metropolitan Museum de Nueva York, el Museo del Hermitage de San Petersburgo y el Centro Pompidou de París.
El Espacio SOLO
La Colección SOLO ha sido el escenario de esta performance que pretende viajar por diversas exposiciones y ferias de arte, del ámbito internacional. Pero, ¿en qué es el Espacio SOLO? Se trata de un proyecto artístico internacional con sede en Madrid que pretende promover, apoyar y compartir las obras de arte actuales. El edificio, diseñado por el arquitecto Juan Herreros, Premio del Colegio de Arquitectos de Madrid en 2018, alberga la colección homónima de arte contemporáneo que cuenta con casi 900 obras que van desde la pintura figurativa a la escultura cinética, desde el surrealismo pop a los nuevos medios y el arte generado con la Inteligencia Artificial, reuniendo a más de 180 artistas. La iniciativa fue puesta en marcha hace más de siete años por los empresarios españoles Ana Gervás y David Cantolla. SOLO lleva a cabo una serie de programas de apoyo a los artistas, contribuye a la organización de exposiciones nacionales e internacionales, les concede subvenciones anuales, organiza proyectos de apoyo a medida y acoge residencias de artistas en Madrid y Cantabria.
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