exibart.es entrevista: Hedwig Fijen, directora fundadora de Manifesta – la Bienal Nómada Europea.
Entrevistas
Fundada a principios de los años noventa, Manifesta es una bienal nómada que nace con el objetivo de repensar la relación entre cultura y sociedad civil, generando un impacto positivo en la esfera social de la ciudad sede y de sus comunidades.
Con el tiempo, Manifesta se ha ido distinguiendo por su carácter cada vez más interdisciplinar y por una metodología de trabajo horizontal y colectiva, alternativa a las visiones mas autoriales de otras bienales contemporáneas. El evento aposta por una actitud «radicalmente local» y situada y por una mirada creativa hacia temáticas urgentes, como la transición climática.
En septiembre de 2024, Barcelona acogerá las celebraciones de la 15ª edición de la manifestación, tras meses de intensa investigación descentralizada en el territorio: participaran doce municipalidades distintas, cada una con su comunidad.
En ocasión del lanzamiento de la convocatoria abierta para la producción de proyectos locales (aquí más información), nos reunimos con la directora fundadora Hedwig Fijen para conocer más sobre el proyecto.
Carolina Ciuti: Con su emplazamiento en Barcelona, Manifesta celebrará en 2024 su 15ª edición. ¿Cómo crees que ha cambiado la Bienal a lo largo de todos estos años?
Hedwig Fijen: A principios de los años 90, existía una especie de optimismo surrealista acerca de unir a Europa oriental y occidental. A muchos de mis colaboradores que ahora tienen entre veinte y treinta años les digo que no pueden imaginar que la gente no se atreviera a viajar de Viena a Bratislava o de Berlín a Varsovia, en aquel entonces. Así, pues, el primer objetivo de Manifesta era cerrar la brecha entre Europa oriental y occidental. Treinta y cinco años después vemos claramente cómo fueron las cosas: hay un nuevo conflicto y estamos nuevamente atrapados en una especie de Guerra Fría.
Partimos de una idea muy optimista de reunir a perfiles de diferentes latitudes y lo logramos, porque fuimos de los primeros en colaborar con con curadores rusos o húngaros. O incluso artistas e investigadores de Bulgaria, Rumania, Polonia y todos los estados bálticos. Podríamos decir que, en esas circunstancias, Manifesta consiguió convertirse en un punto importante de agregación.
Pero en un momento determinado también entendimos que necesitábamos abrirnos al Mediterráneo oriental; así viajamos a Chipre. Después, nos movimos hacia el Sur europeo, con la 8ª edición en las ciudades de Murcia y Cartagena.
Podríamos decir que el evento evolucionó siguiendo un movimiento dinámico de Oeste a Norte, y de Este a Sur. Si bien con un empuje cada vez más multidisciplinario, el enfoque de la bienal siempre fue el arte contemporáneo, así como el ejercicio de prácticas curatoriales colectivas.
Esto es interesante de pensar, ya que en en los inicios de Manifesta en 1994, la figura del comisario como la conocemos hoy en día no era tan común. En los museos había conservadores y apenas había comisarios independientes.
Podríamos decir que Manifesta fue para muchos curadores un campo de experimentación –¡Massimilano Gioni, por ejemplo, comisarió su primer proyecto en el marco de Manifesta!
Lo mismo podríamos decir para aquellos artistas jóvenes que no tenían representación en las galerías, por lo que tampoco tenían experiencia en trabajar por encargo. Cada dos años producíamos entre 35 y 50 obras nuevas, con el objetivo de fomentar y empujar la creación contemporánea…Y ese compromiso fue recibido muy positivamente por los artistas.
CC: Desde sus inicios, Manifesta ha intervenido en contextos políticos y sociales muy distintos: ¿cómo ha influido el carácter nómada de la Bienal en el desarrollo del evento a través del tiempo?
HF: Creo que el compromiso y la contextualización política del evento emergieron al seleccionar ciudades secundarias con un fuerte valor simbólico. Decidimos mover el foco del debate artístico desde Londres, París o Berlín a ciudades que, quizás, podrían aportar otras miradas.
Me he formado como historiadora del arte y, desde el inicio de este proyecto itinerante, fue muy importante para mí mirar cada ciudad con los ojos de la ciudad misma. Es decir, adentrarme en su historia y cultura. Y con los ojos de una determinada ciudad también mirar el mundo. ¿Cómo mirar el regionalismo o el independentismo desde San Sebastián? ¿Cómo entender, desde Palermo, el creciente poder de las organizaciones criminales en todo el mundo? La función simbólica de cada ciudad siempre fue un factor importante en el proceso de selección de la sede que acogería Manifesta.
Creo que, en el futuro, la gente recordará Manifesta también por el tipo de decisiones a veces atrevidas que tomamos. Y espero que también la recordará por el impacto que cada edición dejó en la ciudad donde se celebró el evento.
El caso de San Sebastián fue ejemplar en este sentido. Me acuerdo que la rueda de prensa tuvo lugar justo unos días después del atentado a la estación de Atocha en Madrid; a causa de las iniciales sospechas de culpabilidad de grupos terroristas vascos, en la rueda muchas preguntas giraban alrededor de una posible –sino deseable– cancelación de Manifesta. Pero decidimos tirar adelante y aquella edición de 2004 fue todo un éxito. Pudimos mostrar y celebrar otra visión del País Vasco. Lo mismo pasó en Kosovo y Sicilia: ayudamos a cambiar la percepción que el mundo tenía de Pristina como ciudad de guerra y de Palermo como capital mafiosa, mostrando otros aspectos vitales y culturales de ambos lugares.
CC: Pese a tener su foco y punto de partida en la exploración de las formas artísticas contemporáneas, Manifesta se distingue hoy en día por su carácter interdisciplinar. ¿En qué momento empezó a cambiar vuestra forma de trabajar?
HF: Creo que un cambio crucial se produjo justamente en 2004, durante Manifesta 5 en San Sebastián. Durante esa edición, decidimos involucrar también a urbanistas y arquitectos y esta manera de trabajar ha informado todas las ediciones posteriores. Como fue evidente en Manifesta 14 en Pristina –caso ejemplar de esta tendencia interdisciplinar– hoy los comisarios invitados trabajan en colaboración con ecologistas, archiveros, historiadores, biólogos, sociólogos, etc.
Otro cambio significativo fue cuando empezamos a invitar a las ciudades candidatas a presentar una propuesta concreta. De acuerdo con esta propuesta, la junta directiva de la Fundación Manifesta llega a seleccionar una única ciudad, teniendo en cuenta los aspectos sociales, políticos y geográficos, así como la infraestructura y estabilidad institucional de la ciudad misma.
En el caso de Barcelona, la alcaldesa saliente Ada Colau nos presentó una propuesta con la que nos pedía ayuda para crear un enfoque alternativo sobre Barcelona y las ciudades limítrofes. ¿Cómo descentralizar las infraestructuras y la cultura? ¿Cómo crear, por ejemplo, un circuito de transportes más fluidos entre centro como Sant Adrià de Besòs y Granollers? Y empezamos a conceptualizar la edición recogiendo las necesidades de esta propuesta. En este proceso, contar con el conocimiento del arquitecto Josep Bohigas fue fundamental. [Desde 2016, Bohigas es también Director de la agencia de planificación estratégica de Barcelona Regional].
CC: Lo que acabas de comentar nos da la oportunidad de adentrarnos en los contenidos de la próxima edición catalana. ¿Podrías contarnos un poco más acerca de la metodología que estáis siguiendo para contestar a la petición de Barcelona / Colau? ¿Cómo va a trabajar Manifesta con el cambio político en la alcaldía de la ciudad?
HF: Empiezo por el final. Solemos inaugurar el proceso de investigación de cada edición con una misma pregunta: ¿dónde estamos? A partir de esta consciencia situada, intentamos confeccionar un programa que responda a las necesidades y a las características de la ciudad que nos acoge. En este caso también la propuesta de Colau surgía de un análisis específico sobre la ciudad de Barcelona y su área metropolitana y las cuestiones que fomentaba nos parecen aún relevantes para el contexto, pese al cambio de alcaldía.
Tras analizar mas de 400 estudios urbanísticos, nos empezamos a dar cuenta que la centralidad de Barcelona había dejado un poco aisladas a otras realidades. Al hablar con diferentes ciudades de la provincia y al enterarnos de sus problemas y de sus distintas infraestructuras, nos dimos cuenta de que, por ejemplo, ciudades como Granollers estaban mejor atendidas que otras –que, en cambio, carecían totalmente de apoyo institucional.
Además –como también nos explicaba Colau–, pudimos ver que la dificultad urbanística del área metropolitana de Barcelona se debía al hecho que la ciudad está contenida por distintos elementos: los ríos, las montañas y el mar.
Todo esto constituyó un buen punto de partida para realizar una invitación a las instituciones a repensar el sistema de transportes entre las distintas ciudades de la provincia, sin que Barcelona representara necesariamente el centro. Para empezar, en el marco de Manifesta, y gracias a la colaboración de la Diputación, habrá un autobús que conectará a todas las diferentes ciudades –cosa que, además, permitirá transitar entre las distintas sedes de la bienal. Esperamos que las instituciones sepan interpretar esta intervención simbólica.
En paralelo, a partir de enero invitamos a distintos participantes locales e internacionales a conducir una investigación prebienal alrededor de nodos socio-ecológicos específicos: 1) cómo imaginar un futuro compartido; 2) cómo gestionar los desequilibrios; 3) cómo cuidarnos de nosotrxs mismxs y de nuestro entorno natural.
Tenemos el objetivo de imaginar historias alternativas sobre el futuro, porque la narrativa asociada con el cambio climático es mayoritariamente técnica. Por esta razón, decidimos involucrar a personas y colectivos como Arquitectes de Capçelera, Embassy of the North Sea, On-Trade Off, Elmo Vermijs, Lara Schnitger, radio SLUMBER, Massa Salvatge, INLAND, Anaïs Florin y Diversorium. Estos participantes son interdisciplinarios y trabajan en los campos del arte, la ciencia, el derecho, la arquitectura, los derechos humanos, el activismo y la pedagogía.
Los resultados obtenidos durante estos meses han sido sorprendentes. Estas investigaciones, realizadas en estrecha colaboración con expertos y comunidades locales, tienen el objetivo de llevar a formas nuevas y alternativas de llamar la atención sobre la crisis climática, así como de identificar las transformaciones ecológicas y sociales necesarias en la región.
CC: Para garantizar un impacto real en el tejido local, el proceso previo a la celebración de un evento bienal es fundamental. A menudo las bienales llegan a una ciudad, fagocitan lo que pueden del territorio y después desaparecen sin dejar rastros tangibles. Si bien todas las acciones relacionadas con la investigación prebienal van en la dirección de evitar estas dinámicas, quizás también es necesario mencionar el rol de vuestro departamento de educación y mediación –que, en vuestro caso, es igual de importante que el de producción.
Tienes toda la razón. El rol del departamento de Educación y Mediación, así como de los mediadores creativos y educativos es fundamental en un proyecto como este. El departamento es una importante fuerza creativa de la bienal, que desarrolla y cuida las relaciones con la ciudad anfitriona y sus comunidades. El programa es un conjunto de proyectos de investigación interrelacionados que han nacido de encuentros con una variedad de actores locales.
Al trabajar con 12 ciudades distintas –Badalona, Cornellà de Llobregat, El Prat del Llobregat, L’Hospitalet de Llobregat, Granollers, Mataró, Sabadell, Sant Cugat del Vallès, Santa Coloma de Gramanet, Terrassa and Sant Adrià de Besòs–, no podemos simplemente imponer que cada una realice un determinado proyecto; hay que involucrarlas en el proceso en todo momento. Y por esto están los participantes de la investigación prebienal, pero también el departamento de educación y los mediadores.
No queremos que la mediación sea algo colateral y prescindible. Para el planteamiento de esta edición nos parece aún más necesario que en otros casos. Con el principio de mediación en el centro, el objetivo es hacer que el programa bienal responda a los intereses y necesidades de las audiencias no profesionales, creando espacios en la(s) cultura(s) contemporánea(s) donde más personas se reconozcan a sí mismas.
Con los ojos de estas ciudades, estamos intentando imaginar como enfrentar local e internacionalmente la transición ecológica, y es fundamental que el proceso sea colectivo. De forma colaborativa, aprobamos ya un plan de sostenibilidad ambiental. Durante este proceso, nos hicimos preguntas como: ¿Por qué viajamos? ¿Cómo viajamos? ¿Cómo podemos producir fuentes de energía limpia? ¿Cómo reciclamos el agua?, etc. Todo esto hubiese sido imposible sin un compromiso conjunto.
CC: ¿El plan de sostenibilidad ambiental que acabas de mencionar es lo mismo que la “Magna Carta” ecosocial alternativa de que habéis hablado en presentaciones anteriores del evento?
HF: La Magna Carta presentará los resultados clave de la investigación llevada a cabo por los diez participantes en el estudio prebienal. Al mismo tiempo, funcionará como nuevo contrato cultural y artístico, para plantear cuestiones sobre cómo lograr, de manera crítica, el decrecimiento en el mundo del arte, o como reducir las emisiones de carbono.
O también: ¿Cómo podemos dar aún más poder a las minorías étnicas, y especialmente a las mujeres dentro de estas minorías? ¿Cuál es nuestra responsabilidad a la hora de descolonizar los museos, los archivos, y contar la historia desde otra perspectiva?, y muchas más cuestiones.
Y lo que me parece importante destacar es que el programa de la Bienal, así como los contenidos de la Magna Carta serán el resultado de un esfuerzo colectivo y no de la visión autorial de un único curador. Para mí la dinámica de traer a una persona de Nueva York o de Asia y de catapultarla en otro sitio para que, en solo tres semanas, entienda el contexto ya no funciona. Queremos actuar de forma radicalmente local.
CC: Para acabar con una noticia reciente, esta mañana se han anunciado las bases de la convocatoria abierta para proyectos locales. La convocatoria invita a proponer «proyectos que presenten enfoques nuevos y visionarios sobre la transición ecológica a la que nos enfrentamos a escala global». ¿Podrías contarnos un poco más? ¿Irá dirigida sólo a artistas o también podrán presentarse otros perfiles, en línea con el perfil interdisciplinar del evento?
HF: Es una buena pregunta! La convocatoria constituye una invitación a pensar más allá del ámbito de los formatos tradicionales de las artes visuales. Los proyectos podrán abordar temas que van desde el desarrollo urbano y la descolonización hasta la inclusión social y la transición climática, sin perder de vista la necesidad de generar un impacto positivo para las comunidades locales.
Por lo tanto, podrán participar artistas, pero también trabajadores sanitarios, jardineros, diseñadores, historiadores, activistas políticos, etc.
Un jurado internacional seleccionará entre 10 y 15 proyectos que dispondrán cada uno de una financiación de entre 10.000 y 15.000 euros. Estos proyectos formarán parte del programa bienal principal y se presentarán en alguna de las sedes de los 12 municipios que acogerán Manifesta 15 del 8 de septiembre al 24 de noviembre de 2024. ¡Estamos impacientes de recibir y leer las propuestas!
Agenda
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Uros Gorgone
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