Ayer, delegaciones de Rusia y Ucrania se reunieron en una zona fronteriza con Bielorrusia para negociar un acuerdo de paz. Sin embargo, el encuentro parece no haber producido los resultados esperados y el conflicto bélico en Ucrania no para. Tras haber hablado con Putin, el presidente francés Emmanuel Macron advierte sobre su postura cínica y sobre la amenaza de un ataque en contra de la población civil. Mientras tanto, la moneda rusa ha llega a mínimos históricos y el presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, ha firmado la solicitud para la entrada inmediata del país en la Unión Europea – petición actualmente rechazada. Por su parte, China se posiciona en contra de las sanciones económicas a daño de Rusia.
Esta guerra se manifiesta en muchos niveles, afectando diferentes aspectos de la vida cotidiana y suscitando reacciones en todos los sectores. El mundo del deporte ha intervenido con dureza: con el visto bueno de la UEFA y del Comité Olímpico Internacional (COI), la FIFA ha prohibido la exhibición de la bandera rusa y el canto del himno nacional durante los partidos de fútbol de clasificación para el Mundial. Y el arte también ha reaccionado: ya hemos escrito sobre cómo el equipo del Pabellón Ruso ha decidido suspender el proyecto para la 59ª edición de la Bienal de Venecia. Obligados a parar el trabajo también el artista Pavlo Makov y los curadores del Pabellón de Ucrania: «Estamos decididos a representar a nuestro país pero no todo depende de nosotros».
Y los efectos de los hechos bélicos siguen reflejándose también en la propia Rusia con respecto a la participación en la importante manifestación en la Laguna – que, como ya ha ocurrido en otras ocasiones, actúa como espejo de la situación política y social actual. La Fundación VAC –institución nacida en Moscú en 2009 gracias a Leonid Mikhelson y Teresa Iarocci Mavica y que ha abierto una sede en el Palazzo delle Zattere en Venecia–, ha anunciado su intención de suspender las actividades previstas durante la Bienal.
«Hasta que cese la tragedia humana y política que se está teniendo lugar en Ucrania», también cierra sus puertas el Garage Museum of Contemporary Art de Moscú, que hace tan solo unos meses había presentado los proyectos de renovación y ampliación de su sede en Gorky Park. Fundado por la coleccionista y empresaria Dasha Zuhkova, ex esposa de Roman Abramovic, «el Garage siempre ha sido una institución internacional abierta a la pluralidad de voces. Nos oponemos categóricamente a todas las acciones que siembren división y creen aislamiento. Nos vemos como parte de un mundo más grande, no dividido por la guerra».
En estos días, Nadya Tolokonnikova, una de las fundadoras del famoso colectivo artístico Pussy Riot, ha lanzado una DAO: es decir, una organización autónoma descentralizada formada por miembros cuyas transacciones financieras se mantienen en una cadena de bloques, para recaudar fondos para organizaciones humanitarias que están ayudando a las personas desplazadas y en peligro. Un drop de 10 mil NFT acuñados en Ethereum beneficiará a la Fundación Return Alive y a la ONG Proliska.
«Las sanciones contra el Kremlin no fueron lo suficientemente duras cuando Putin anexó Crimea en 2014. Pudo encarcelar a Navalny, convirtiendo además la vida de las Pussy Riot y de otras activistas rusas en un infierno, obligando a muchos a abandonar nuestros hogares. Y ahora ha comenzado una guerra en Europa. ¿Cuándo se acabará?», se lee en un comunicado difundido por la cuenta de Twitter de las Pussy Riot.
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