Con motivo de Apertura Madrid Gallery Weekend, durante el cual la ciudad se convierte del 8 al 11 de septiembre de 2022 en la capital mundial del arte contemporáneo, la galería Fernando Pradilla inaugura su temporada de otoño con una muestra monográfica de Carlos León (Ceuta, 1948). La exposición es protagonizada por dos series, Háfrika y Jardín Químico, que hablan sobre el colonialismo; un tema altamente pertinente en sus tierras natales. A parte de la pobreza y la esclavitud que conforma el fenómeno colonialista, León resalta la belleza sublime de las tierras ceutíes y su conexión actual con el continente africano.
Con el título Háfrika, el artista pretende revisar el lenguaje y ortografía occidental, y con ello el entendimiento de las culturas africanas desde perspectivas decolonialistas, dado su pasado doloroso y violento. Deconstruye el lenguaje pintoresco mediante la abstracción, invocando la curación de un continente marcado por miradas fetichistas y abusivas. “Toda obra de arte, toda composición musical, toda pintura o escultura está cimentada y construida en base a todo aquello que el autor supo absorber a lo largo de su existencia haciendo de ello la materia prima y también el combustible de su creatividad,” explica el autor sobre esta exposición.
Y añade: “Experiencias del orden de lo vivido, de lo leído o escuchado, intuiciones, deseos y sueños, constituyen todo lo que desencadena el hecho artístico y que, unido a la intervención de ese daimon inspirador al que se refería Platón, dan a luz esas obras enigmáticas y cargadas de significados diversos, que llamamos obras de arte”. En esta obras recientes, León demuestra que “quien resiste, vence.”
Es en estos últimos años, encuentra el reconocimiento institucional que comenzó en Valladolid (Patio Herreriano, 2009) y que continuó en Madrid (Álcala 31, 2015), en Málaga (CAAC, 2020) o Salamanca (DA2, 2021). A lo que hay que sumar el Premio Arte y Mecenazgo en 2016 donde el jurado –Francisco Calvo Serraller, María de Corral y Nimfa Bisbe– destacó su potencia expresiva, su capacidad de constante innovación, su singularidad y virtuosismo. Pero el maestro avisa, “al abandonar el virtuosismo técnico y la riqueza sensual de mis anteriores trabajos, he logrado una pictoricidad diferente, más sobria, más urbana, más radical y directa en su encuentro con el espectador.”
En 1995 se traslada a Nueva York y permanece allí siete años más. Esta etapa completa su experiencia internacional y desemboca en lo que él mismo considera su momento de madurez. En 2002 retorna a España –se instala en Segovia, donde vive y trabaja– y llega el reconocimiento institucional. En 2012, el Museo Reina Sofía adquirió para su colección tres obras suyas de 1976. Ha sido galardonado con el Premio de la Cultura de la Comunidad de Madrid 2014 en la modalidad de Artes Plásticas y, ya mencionado, el Premio Nacional de la Fundación Arte y Mecenazgo, de Obra Social La Caixa 2016.
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