Según confirman las fuentes locales, el Museo de Historia Local de Ivankiv, al noroeste de Kiev, ha sido destruido en la noche entre el 27 y el 28 de febrero durante las operaciones militares del ejército de la Federación Rusa para controlar la zona. El edificio fue incendiado hasta los cimientos, junto con 25 obras de Maria Prymachenko, pintora y representante del arte naíf.
«Numerosos monumentos históricos y arquitectónicos y sitios arqueológicos están bajo la amenaza de bombardeos de artillería y movimiento descontrolado de camiones militares pesados», escribió Vlada Litovchenko, directora de la Reserva Histórica y Cultural de Vyshhorod, quien en un comunicado en su página Facebook confirmó la «pérdida irreparable».
La obra de Prymachenko es muy relevante para el pueblo ucraniano: consiguió rescatar las tradiciones de su cultura a través de unas propuestas eminentemente coloridas, a caballo entre el arte naíf y el folclor. De formación autodidacta, Prymachenko nació en 1909 en Bolotnia cerca de Kiev, donde pasó toda su vida y donde fue enterrada en 1997.
En las primeras etapas del conflicto, también intervino el ICOM – International Council of Museums, la principal organización no gubernamental internacional que representa a los museos y a sus profesionales, expresando su firme condena de la «violación de la integridad territorial y de la soberanía de Ucrania» por parte de las fuerzas militares rusas.
Bienes culturales y guerras
La destrucción del patrimonio cultural es uno de los efectos de todas las guerras. Hay muchos ejemplos incluso en la historia reciente: fue el caso de la Biblioteca de Sarajevo o del puente de Mostar, destruido por las fuerzas bosnio-croatas durante la guerra de Bosnia, en la mañana del 9 de noviembre de 1993. Asimismo, en 1999 durante el conflicto de Kosovo se destruyeron unas 200 mezquitas y 90 monasterios ortodoxos. En 2014, el ISIS devastó el museo de Mosul, Irak, y en 2012 las milicias islámicas de Aqmi y Ansar incendiaron la biblioteca de Tombuctú, Malí, sede de la universidad más antigua del Magreb. Dramaticamente icónicas también las imágenes de la antigua ciudad de Palmira y de los barrios de Alepo, Siria, que fueron objeto de una destrucción sistemática por parte del Estado Islámico en 2013.
La UNESCO actualiza periódicamente la lista de sitios que pertenecen al patrimonio mundial y que se encuentran en peligro, tanto por causas naturales como por eventos bélicos. La zona geográfica con mayor número de sitios en riesgo se encuentra en los países árabes, con 21 sitios, de los cuales seis en Siria y cinco en Libia.
Los principios fundamentales de las actividades de la UNESCO también incluyen la creación de un movimiento internacional para proteger los monumentos históricos en caso de conflicto armado. El primer acuerdo internacional que reguló la protección de los monumentos durante la guerra fue la Convención de La Haya de 1954, que también se ocupó de la transferencia ilegal de bienes muebles. Posteriormente, en 1999, gracias a un nuevo acuerdo diplomático se adoptó el Protocolo II que introdujo un nuevo régimen, conocido como ‘protección reforzada’.
En 2016, la UNESCO, en colaboración con el Instituto Internacional de Derecho Humanitario, publicó un manual titulado Protección de Bienes Culturales: Manual Militar. El texto describe y especifica las obligaciones contenidas en el segundo protocolo y brinda orientación práctica a las fuerzas armadas sobre la aplicación de las normas.
La posición de Rusia en la UNESCO
Rusia entró en la UNESCO en 1954 como URSS; desde 1991, cambió su nombre en Federación Rusa. El ministro de cultura ucraniano, Olexander Tkachenko, ha invitado la UNESCO a revocar la inclusión de Rusia en la organización, así como a cambiar el país organizador de la 45ª sesión del Comité del Patrimonio Mundial, que tendrían que ser la ciudad rusa de Kazan.
En Ucrania hay siete sitios en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO: la Catedral de Santa Sofía en Kiev; el centro histórico de Lviv; el arco geodésico de Struve; los antiguos bosques primitivos de hayas de los Cárpatos; la residencia de los metropolitanos de Bucovina y Dalmacia; la antigua ciudad de Cherson; y Las Tserkvas de madera de la región de los Cárpatos.
El apoyo de la Bienal de Venecia
Mientras tanto, la Bienal de Venecia emitió un mensaje en respuesta a la decisión del curador y de los artistas del Pabellón de la Federación Rusa de cancelar su participación en la 59ª Exposición Internacional de Arte.
«La Bienal expresa su total solidaridad con este acto valiente y noble y comparte las razones que llevaron a esta decisión, que representa dramáticamente la tragedia en la que se encuentra toda la población de Ucrania», se lee en el texto. «La Bienal sigue siendo el lugar de encuentro entre los pueblos a través de las artes y la cultura y condena a quienes impiden con violencia el diálogo en nombre de la paz».
Varias figuras destacadas en el mundo del arte ucraniano han pedido sanciones para limitar la presencia de Rusia en la cultura internacional. «Rusia es efectivamente un estado totalitario y, con demasiada frecuencia, utiliza herramientas culturales para la propaganda estatal. La Federación Rusa es un estado canalla. ¡La cultura rusa, cuándo se usa como propaganda, es tóxica!», se lee en un comunicado publicado en la página web de Ukrinform, agencia estatal. Entre los firmantes se encuentran Galyna Grygorenko, directora de la Agencia Estatal de Ucrania para la educación artística; Volodymyr Sheiko, director del Instituto Ucraniano; y numerosos profesionales del mundo del arte, directores de instituciones, músicos, artistas así como el propio Pavlo Makov, artista llamado a representar a Ucrania en la Bienal de Venecia de 2022.
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