En la azotea del elegante hotel barcelonés, Pol & Grace, la comisaria del hotel y gestora del programa de residencias internacionales, Sara Catalán me presenta a Admire Kamudzengerere (Harare, 1981); artista y gestor de residencias en su ciudad natal, Harare, Zimbabue. Celebramos la finalización de la residencia de Mo Laudi y el comienzo de la de Admire. Nuestra conversación nos llevó a hablar sobre la terrible dictadura de Robert Mugabe y su efecto devastador en la sociedad y, por consiguiente, en la escena del arte, las lenguas bantu y de la residencia que el artista fundó en 2015.
Dicha residencia adoptó el nombre Animal Farm (‘Granja de animales’) de la gran novela de George Orwell Rebelión en la granja de 1945. Lleva desde el 2010 en desarrollo y da respuesta a una falta de estabilidad en la escena artística. Ofrece espacios de trabajo así como alojamiento a una plétora de artistas locales pero también internacionales; una oferta única para el país cuyo dictador falleció tan solo en el 2019. Su proceso de florecimiento y renacimiento después del hecho histórico ha sido lento, pero con las plataformas artísticas zimbabuenses se ve mucha resistencia y voluntad de avanzar. Animal Farm forma parte de este movimiento.
Nos sentamos con el autor quien vivió un mes en el Pol & Grace colaborando con un taller de serigrafía gestionado por Sebastián Díaz. Los resultados de la residencia se expusieron en The Over, espacio gestionado también por Catalán, dentro del marco de LOOP Barcelona, donde expuso al lado de Mo Laudi y Neville Sterling. Nos contó de su experiencia en Barcelona, su relación con el grabado así como su emocionante residencia en Harare.
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Admire Kamudzengerere: ¡Me gusta mucho el clima! Pero más allá de eso me ha gustado ver la diversidad que existe aquí. La gente es más sociable y amistosa. Lo comparo sobre todo con otros contextos europeos, como Ámsterdam, donde viví unos 3 años. Quizá sea el clima lo que influye. Me gustaría pensar que es eso.
He estado colaborando con un taller de serigrafía dirigido por Sebastián Díaz y ha sido una experiencia encantadora. Afecta mucho, tienes cierta libertad para relacionarse con la gente abiertamente. Hay más posibilidad de acercarte a la gente que quizá es poco distante. Quizá hay más disposición a colaborar, mantener conversaciones y ver por dónde pueden ir las cosas.
AZ: Siempre he trabajado con este medio, pero también me gusta explorar cómo trabajan otros grabadores o talleres. Ver cómo se hacen las cosas aquí es bastante interesante. En el taller de grabado de Sebastián, por ejemplo, se ve que está más acostumbrado a trabajar con métodos tradicionales; es decir hacer 50 impresiones y todas tienen que ser precisas e idénticas.
Yo no lo hago así, soy más experimental. Pruebo las cosas, veo cómo salen y sigo a partir de ahí, si hacemos una o dos o tres, pero todo se puede cambiar en cualquier momento. Es un experimento, no busco un resultado enmarcado. Espero sorprenderme y desafiarme a mí mismo y al grabador. De ese modo, él puede a su vez desafiarme a mí y empezamos a empujarnos mutuamente a ir más allá y a darnos cuenta de nuevas posibilidades y alternativas y otros caminos.
AZ: Supongo que busco la belleza en el caos. Busco enfatizar las imperfecciones que la gente parece negar y rechazar. Es como si fuese una ventana a una nueva forma de pensar y de ver las cosas. Quizá incluso transportarme, que es un elemento nuevo en mi trabajo. Así que sigo buscando el no saber. Estoy muy abierto a lo desconocido e inesperado. Si no lo fuese, el proceso sería aburrido y no me llevaría a ninguna parte. Quiero hacer algo que sea misterioso y nuevo para mí. No me preocupa si funciona o no. Es más el viaje o el proceso lo que tiene más importancia.
AZ: Cuando buscas enmarcar las cosas, acabas creando una categoría o estructura como si estuvieses en control absoluto y en realidad es un engaño. Al descubrirlo cuando te das cuenta de que no lo controlas. He aceptado que puede ser una forma de evolucionar o trascender, el descontrol. Tienes que permitir que el trabajo cambie constantemente y cederte a una relación más de toma y daca. Poco a poco, debido al ir y venir, se convierte en un entendimiento mutuo que crea nuevas formas de hacer las cosas. En resumen, hay que confiar en este proceso.
AZ: Efectivamente forman parte de la misma serie y funcionan juntas como un conjunto. Me interesa explorar el entremedio, el espacio endeble y desconocido. Lo miras y es un material que se utiliza como una especie de barrera, así que en cierto modo es otro toma y daca. Cuando se trabaja con retratos, casi tenemos que negociar con los espacios intermedios. Plantea la cuestión: ¿qué hay al otro lado del entremedio?. Y luego tengo que pensar en estar al otro lado, en cómo sería. Tienes que aceptar que siempre hay otro lado de las cosas, lo que existe ahí fuera, y trabajar a partir de ello.
Es asombroso ver que estas piezas tan bien tejidas creen varias ventanas en las que se puede ver una imagen y luego otra que también puede crear otras ventanas distintas que tienen una historia. Lo contrario también es cierto y para mí es interesante. Es como cuando te miras al espejo, ¿qué ves? Precisamente lo que ves cambia todo el tiempo. La imagen se distorsiona, pero lo que permanece es probablemente esta sensación, una capa emocional que se comparte en el medio. Puede ser libertad, y también el contrario. Es una cuestión de perspectiva que depende de qué lado estás.
AZ: Se llama Animal Farm Residency, empezó con la idea de crear una residencia sostenible en la que no hubiera que pedir ni buscar financiación. Me basé en el módulo de una granja de artistas en la que los artistas pueden cultivar cosas y comerlas. Así empecé. Animal Farm ha existido durante los últimos 3 años y hemos pasado por unos 9 artistas, 4-5 de los cuales son artistas internacionales.
Funciona así: en el caso de los artistas zimbabuenses trato de entender en qué tipo de posición personal se encuentran. Es decir, algunos son más maduros y otros menos. Tengo que negociar marcos de sostenibilidad para que los artistas puedan permanecer en el espacio y, normalmente, a los artistas emergentes les permito residir allí hasta 3 meses. Pueden trabajar conmigo o no. De hecho no importa que esté o no, pueden seguir trabajando, comer lo que yo como y utilizar el material que yo tenga en ese momento.
Después de 3 meses pueden irse. Algunos artistas se quedan más tiempo porque quizá tienen proyectos de investigación que requieren más tiempo. En cierto modo acabas permitiéndolo, sabiendo que las cosas son difíciles para algunos, así que intento apoyarlos porque creo en lo que hacen y necesito tiempo para impulsarlo. Lo resolvemos juntos, día a día. Puede acabar siendo una colaboración de 9 meses.
Tengo un lugar para que duerman 3 personas y a veces algunos artistas pueden compartirlo porque de eso se trata el espacio: de crear espacios de interacción y conversación entre artistas. Me gusta estar rodeado de artistas.
AZ: Lo es. He visto a artistas colaborar de manera accidental o influirse unos a otros. Surgen cosas nuevas de la nada. Alguien nuevo llega y toca ciertos temas o materiales y eso cambia el resultado y la forma de trabajar. Es increíble ver el diálogo silencioso que se hace construyendo y reconstruyendo. Ver cómo se afectan unos a otros es maravilloso.
AZ: Hace poco 3 artistas, todas mujeres, empezaron a trabajar juntas en la residencia. Una trabaja con instalación de fotografía y performance, otra es pintora y grabadora y la última trabaja con objetos encontrados. Todas tratan el tema de ser mujer en Zimbabue. Te encuentras con la idea o la forma tradicional de ver la feminidad, así como con la forma más contemporánea. Al hablar con ellas empiezas a entender cómo ven la jerarquía política y la estética siendo mujeres africanas y la posición de los diferentes privilegios que existen.
Esto tiene que ver con las especificidades político-culturales y religiosas del lugar donde nacieron y cómo la familia recurre a los espacios tradicionales. La resaca colonial aún perdura. Ser negro y nacer en Zimbabue es un hecho económico y social. Hay matices en su trabajo en los que se ve cómo están tratando de enfrentarse a los hechos sociopolíticos que al final del día muestra maneras de apoyarlas. ¿Cómo hablar con la familia sobre el papel tradicional de una mujer para que una mujer se vaya por su cuenta a vivir su vida?
La cultura y la religión entran en juego. Hay una lucha individual con uno mismo para encontrarse a sí mismo e ir hacia dentro. Permitir o proporcionar el espacio y permitir que se conviertan en quienes son y dejar que luchen contra el ruido que existe a su alrededor es el objetivo. No tienes que lidiar con padres, economías, conflictos…por ahora este es tu espacio donde puedes ser libre y hacer que las cosas sucedan. Encontrarte a ti mismo. ¡Todo esto sólo por ofrecer un estudio!
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