En la ocasión de su primera exposición digital en exibart.com, Pieghe (‘Pliegues’), nos aproximamos al mundo preciso tejido por Dario Zeruto (La Habana, 1965). Tras más de una década en Italia, el artista e ingeniero mecánico cubano reparte su tiempo entre Barcelona, Sabadell (ciudad que alberga su taller) y Milán. Se dedica sobre todo a la didáctica, impartiendo cursos y clases de carácter técnico, expresivo y creativo en la Fundació Joan Miró, la Fundació «La Caixa», el Institut Europeu de Disseny de Barcelona (IED), entre otras instituciones.
No obstante, su práctica artística reúne sus visiones más personales. A pesar de la formalidad aparentemente rígida, simétrica, decorativa y el énfasis en la estética que dota a sus vasijas y jarrones con la firma de su autor, sus objetos contienen mucha vida y juego formal. Su repertorio celebra la vitalidad del pliegue, la supuesta fragilidad del papel, y la gran capacidad expresiva de los materiales y las manipulaciones insospechadas.
Nos hace reflexionar sobre o incluso respetar la delicadeza de nuestro mundo, las materialidades que lo conforman, las paradojas formales y aquello que parece pero no es. Detiene la mirada, nos hace dudar de la consistencia de los objetos que nos rodean, cuestionar las dicotomías clásicas ejercidas contra los seres sentientes y participantes de nuestro mundo: fuerte/débil, blando/contundente, ligero/brusco, agudo/redondo, pesado/liviano, ruidoso/silencioso. Se convierten en meditaciones sobrias y defensas cariñosas sobre nuestro propio estado como seres frágiles y vasijas afectivas llenas de pliegues.
Para esta muestra digital producida en colaboración con exibart Italia, aborda por primera vez un lenguaje cromático inspirado en una fuente clásica e inesperada. En esta conversación, Zeruto nos adentra en su práctica no a nivel técnico sino metodológico y biográfico mientras exploramos sus inspiraciones, miedos, intenciones y sentimientos hacia el pliegue, el papel, los colores, la plataforma digital y la importancia del periodismo en el sector cultural.
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Dario Zeruto: El pliegue para mí es un instrumento totalmente geométrico y tiene un aspecto muy curioso, un aspecto que es la esencia de todo lo que yo hago: la repetición y el gesto. Para mí es un proceso no de catarsis sino de autoafirmación, el de la repetición del tiempo. Empecé a trabajar con estructuras plegadas en el 2009, más o menos. Tenía que preparar algunos libros que tenían una estructura plegada. De formación soy ingeniero mecánico. El tema geométrico y numérico está muy presente en todo mi trabajo. Y el pliegue fue una especie de ruptura.
DZ: Totalmente. Es una metáfora que uso mucho. Dado que parto de este sustrato que me dio mi formación como ingeniero mecánico, trabajo siempre alrededor del material y cómo transformar ese material. En este caso, se trata de una transformación a través del pliegue y cómo este cambia la estructura mecánica del material. Uno puede plegar una hoja de papel, o casi cualquier material, y estás interviniendo en su composición mecánica.
Luego, el tema de cómo un material económico, humilde, delicado y frágil se puede transformar en algo rígido es algo que destaco en las clases y los discursos que doy. Coges una hoja, les das dos pliegues y puedes poner encima una botella o un libro. De manera natural, la hoja no resiste esto. Justamente ese cambio de estructura, esa fortaleza se la da el pliegue; la manera en que la línea incide sobre la hoja de papel gracias al pliegue. Puedes crear una estructura que soporte muchísimo peso. Es como el ejemplo de la hormiga que es el animal más fuerte porque es el que puede cargar mucho más peso que el suyo, lo mismo ocurre con las estructuras plegadas.
DZ: ¡Interesante! Yo normalmente trabajo en blanco. O al menos en colores muy naturales. O en negro cuando trabajo con estampas. La primera vez que trabajé con colores fue cuando hice el libro para la casa editorial, The Quarto Group de Inglaterra, que en ese caso fue un libro infantil. Una de las exigencias fue trabajar con colores. Para mí fue un parto necesario pero doloroso. A partir de allí empecé a dedicarme más a la investigación sobre el color y a descubrirlo. Cuando Daniele Perra (Jefe de Proyectos Especiales, miembro editorial de exibart Italia y curador de edg, exibart digital gallery) me propuso hacer esta exposición en exibart digital gallery, ¡él fue bastante categórico! Me propuso trabajar con objetos y colores que contrasten entre ellos. Obviamente dije que sí.
El año pasado, por primera vez, visité los Museos del Vaticano. ¡Es una cosa que es de otro mundo! Una cosa que me impactó mucho, de la cual hice bastantes fotografías, fueron las Stanze di Raffaello —una de las últimas partes antes de llegar a la Capilla Sixtina. Es prácticamente la misma gama de colores la que está presente tanto en las Stanze como en las obras de la muestra digital. Me impactó porque normalmente no me atraen mucho los colores. A lo máximo los colores utilizados durante el movimiento Bauhaus. Pero esta vez me impactaron así que cuando tuve que pensar en qué colores usar, pensé en esa referencia del Vaticano.
Tuve la suerte de encontrar una papelería que trabaja con una gama muy amplia de colores. El proceso de selección de los colores fue más largo y duro de lo que pensaba. Quizá porque no cuento con un conocimiento sólido de la teoría del color, con lo cual no estoy muy acostumbrado a integrarlos en mi práctica. Incluso, cuando las piezas estaban casi ya hechas, ¡empecé a dudar mucho si la elección era la correcta o no!
DZ: No es que lo vea, ¡lo he iniciado ya! Es muy interesante porque me ha abierto una puerta, un mundo. Algo que seguramente me negaba en esta obsesión mía por ser lo más minimalista posible. Quizá formaba parte de una inseguridad mía de no contar con formación en la teoría del color. Pero me he dado cuenta que es muy divertido y da para mucho así que he empezado a idear y trabajar ya.
Ha sido una experiencia muy rica pero a la vez muy agotadora. Es cierto que si no fuese por esta propuesta de Daniele no me habría lanzado. Me envió un email en enero de este año con especificaciones muy claras. Yo estaba promocionando un curso en Instagram que iba a dar en Feltre, un pueblo en el norte de Italia. En los anuncios, había que usar muchos colores para que fuese llamativo para que la gente se enganchase. Daniele los vio, me escribió y me propuso esta exposición de formato digital, y quiso un resultado con colores, con objetos, algo que se pueda alinear con el formato digital de la galería, entre otras especificidades.
DZ: No me lo he planteado pero seguramente llegará algo de esto tipo porque en todos los procesos míos de trabajo están presentes situaciones de ruptura. Siempre digo, como Bruno Munari, de cosa nace cosa. Entonces siempre hay algo que destapa. Es involuntario. No tengo una línea muy estructurada de trabajo en realidad. Este proyecto, por ejemplo, ha dado para pensar en escalas mayores…el juego significante que puede dar el color combinado con un trabajo en otras dimensiones que no sean escalas pequeñas. Puede significar otro vínculo con el espectador.
DZ: Me obligó a pensar en un layout digital. ¡Al principio pensaba que lo harían ellos, y me di cuenta de que no! Tuve que poner toda la secuencia, ver qué se mueve y qué no. Me llevó mucho trabajo con Illustrator y procesos de animación de vídeos. Cuando conocí a exibart —no sé si aún lo hacen así— hacían publicaciones impresas en papel. Al ser digitalizada la revista, me dio consciencia del alcance increíble que podía tener. Desde el opening de la muestra, he recibido tres solicitudes para dar nuevos cursos. ¡Y ni siquiera habían pasado 24 horas!
DZ: Yo conocí la revista en 2008. Tal vez antes. Fue una sorpresa que Daniele Perra trabajaba allí. Sabía que enseñaba en Milán. El hecho de que me llamara fue una gran sorpresa y honor. Otro aspecto positivo de la colaboración es el hecho de que la exposición dure para siempre. Es un portal que siempre tienes abierto. Es genial. Luce mucho el trabajo que hacen. Ha habido una recepción muy positiva después de inaugurar.
DZ: Me acabas de preguntar esto, y a mí se me ha puesto piel de gallina (sonríe). Tiene una importancia vital, y hoy en día, más que nunca. El periodismo en general, en todos los niveles de la sociedad, juega un gran rol. En el mundo del arte aún más porque creo que vuelve el arte mucho más democrático. Más inmediato y más cercano. Sobre todo la digitalización de la vida puede incidir mucho más en las generaciones más pequeñas. Creo que esto es importantísimo.
DZ: Esto te va a sonar muy petulante. Pero básicamente para mí (sonríe). Cuando termino cada trabajo —se lo dedico a Domenico, mi compañero—, es un momento feliz. Me hace sentir bien simplemente. Dado que no lo hago pensando en el vínculo con el público y tampoco dependo de ventas para vivir, me lo puedo permitir.
El tema didáctico, en cambio, sí que es más pensado y la recepción importa mucho. Siempre les digo a mis alumnos: no he tenido el valor de ser drag queen, ¡pero a sustitución me dedico a la didáctica! Allí sí que me hace falta la aceptación de la gente. Intento que las clases sean como una performance, una fiesta. Dicho esto, obviamente te sientes halagado cuando alguien te llama y te lanza propuestas tras haber visto algo tuyo. Es innegable.
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