En la ocasión de la llegada de su instalación Transient, que por primera vez se expone en el Estado español, exibart.es se sienta con Davide Quayola (Roma, 1982); una figura altamente innovador en el mundo del arte de los nuevos medios que utiliza tecnologías sofisticadas como la Inteligencia Artificial (IA) y la impresión 3D para generar hipnóticas transmutaciones de la fenomenología de nuestro mundo.
Es una obra formal que bebe directamente de los grandes cánones de belleza generados a lo largo de la historia del arte. Y no lo oculta: «La intención es producir una especie de Rothko con IA que luego se puede contemplar. Mi objetivo es producir experiencias para las personas y no para las máquinas al final. Son las personas las que necesitan interactuar.» Dicho esto, el autor italiano combina los formalismos con climas afectivos bien atenuados que articulan atmósferas líquidas y sensoriales.
Durante una breve conversación con la comisaria Antònia Folguera, comisaria de Sónar+D, que tuvo lugar durante la presentación de prensa de Transient, el artista divulgó sus sentimientos y opiniones sobre la relación entre ser humano y máquina. Su instalación, fabricada en 2020, que se puede ver en el ME by Meliá Hotel entre el 15-18 de junio de 12-22h y se enmarca dentro del mismo Sónar+D; una sección del festival de música reconocido que se compone de actividades que ocurren durante el día y que conciernen las industrias creativas, la educación, la investigación científica, el emprendimiento y la innovación tecnológica.
La instalación vibrante consiste en tres pantallas enormes sobre las cuales vemos proyectadas imágenes, formas y texturas abstractas que, a través de algoritmos, viven, crecen, se transforman, se interactúan. Nada se repite. Es un flujo constante que dialoga con un soundscape tejido por Andrea Santicchia cuyo nombre artístico, Seta, remite quizá sin querer a las ‘setas’ digitales que digieren, crecen, mueren y mutan en las pantallas enormes.
Quayola parte de las relaciones potenciales que el arte puede establecer entre máquina y cuerpo. El arte puede ser capaz de mediar entre los dos mundos aparentemente dicotómicos, y parece que Quayola está dispuesto a fomentar esas nuevas relaciones. Por lo tanto, Transient, y el proceso creativo detrás, «conectan mucho con el tipo de conversaciones que recuerdo haber tenido cuando estudié bellas artes en Roma; la idea de que hay fenómenos que no se pueden explicar del todo. Creo que esa es la belleza de lo que hemos hecho aquí en el Hotel ME. Si nos imaginemos que las cosas fuesen al contrario, que todo fuese explicable y lógico, entonces tal vez sería el propio crítico de arte que podría ser el mejor artista. Pero no es exactamente así porque, al final, la creatividad funciona gracias al hecho de que no todo se puede explicar.»
Es bien consciente de la importancia del misterio en la creación artística y su rol esencial. Sin embargo, es escéptico en cuanto a los usos actuales del algoritmo. «La máquina funciona muy bien a partir de hechos y problemas que pueden explicarse y traducirse, que tienen una solución clara. Y ahora, con la inteligencia artificial, existe una tendencia de explicarlo todo con palabras clave para que la idea del ‘producto’ que tienen delante se transmita de manera eficaz y simple. Es igualmente nuevo y emocionante, pero no puedes hacer eso con una pintura de Rothko. Para eso sirven los seres humanos, para la creatividad,» afirma el autor.
Continúa en la misma línea: «El aspecto emocionante para mí es cómo estas dos dinámicas, la maquínica y la humana, crean un diálogo…cómo estas tecnologías pueden potenciar esta creatividad impredecible. Hay mucha ingeniería detrás de mi trabajo, pero no es solo eso. Esa no es la parte principal. Es esta otra parte inexplicable. Un número como 0,5 versus 0,65 puede generar grandes cambios en el algoritmo. Pero no es una máquina lo que elige, soy yo quien elige qué cambiar y qué no. Por eso hay una especie nueva tradición artesana de la cual formo parte. Me fascina el acto de llevar este oficio humano a la toma de decisiones al intercambiar pensamientos y dinámicas extrañas con tecnología compleja.»
Parece que Quayola busca tener un cierto control y no dejar todo en las manos del azar como a menudo se ha hecho con la IA. Control quizá suene demasiado estéril, pero en la artesanía, la importancia del dominio de los materiales y el poseer un savoir-faire para crear productos es clave. «Al final, utilizo muchos procesos como la IA para realizar análisis de datos y reconocimiento de datos, y no tanto en el trabajo que se puede apreciar en Transient. En realidad, no genero imágenes ni genero música, uso varios inputs para generar datos a partir de los cuales creo y distorsiono. Pero me interesa mucho más el ‘aprendizaje inverso’ en el que intento pensar como una máquina. Así expreso la creatividad a través de varias metodologías que, efectivamente, son más fáciles de explicar a través de la inteligencia artificial.»
Por eso, se puede afirmar que el autor busca mediar entre los varios estratos de existencia a través de su obra. Asimismo, es consciente de los múltiples intentos fútiles de utilizar la IA. Comenta al respecto: «Los algoritmos existen desde hace mucho tiempo; es decir, diferentes niveles de automatización y complejidad. Pero no se trata necesariamente del nivel de complejidad que tiene el algoritmo. Se trata más bien de cómo lo usa. Muchos de los artistas que juegan con la IA están trabajando con algoritmos producidos por medios que no entienden, así que esa es una metodología que no me interesa tanto. Crea una especie de monotonía en las obras que son todas bastante similares entre sí, y también hacen surgir la pregunta, ¿quién es realmente el verdadero autor? ¿Quizás la persona que desarrolló los medios originalmente?»
Dejar margen para que el misterio y lo incognoscible entren en el mundo ya muy comercial y burocrático que define la IA es esencial para que sus usos y funciones puedan expandirse. Es un sentimiento compartido por Quayola que lamenta el hecho de que «el mundo de la IA es un poco peligroso, y es complicado perderse en explicarlo todo con un vocabulario pegadizo y comercial, algo que se puede transmitir en un PDF de manera simple. Pero una pintura de Rothko, un documental de Werner Herzog, esas no son cosas que puedas poner en un Kickstarter.»
Justamente por eso, las problemáticas que existen entre el arte y la tecnología son varias. Quayola busca establecer relaciones afectivas con la IA y los otros medios de moda. «Los NFT son otro ejemplo de conceptos que se usa en exceso porque simplifica algo. Los NFT son solo un contrato. He estado vendiendo videos por 15 años. Bill Viola más. Los NFT son meramente una forma de certificar la autenticidad, pero en realidad existen muchas limitaciones: el hecho de que una pieza solo pueda tener un cierto tamaño de archivo para reproducir un vídeo de muy baja calidad que salen bien en nuestros móviles. Pero no es un medio con que se puede proyectar Transient por ejemplo. La conversación que debería haber ahora tendría que ser en torno a cómo estas imágenes están cambiando nuestras vidas. Y el hecho de que pueda ganar dinero con estas imágenes no cambia mi vida. Me gusta ver cosas que al final cambian mi vida por lo que me aportan, por su aspecto misterioso.»
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