exibart.es entrevista: Ismael Chappaz y el poliamor galerístico
Entrevistas
Idiosincrasia es una palabra que se iba repitiendo durante la hora que exibart.es pasó con el galerista y comisario Ismael Chappaz. Es una palabra que caracteriza la atmósfera líquida y poliamorosa de su proyecto que abarca ya más de 10 años de trayectoria. El antiguo Espai Tactel, fundado con el exmarido de Chappaz, imbuía la escena artística de nuestro país con proyectos que sobresalen por su fervor y audacia radical. El cuestionamiento de los umbrales, fronteras y etiquetas es el hilo que liga Espai Tactel y su nueva evolución, House of Chappaz, que se puede entender como una continuación metamórfica: Tactel siendo una crisálida prometedora y House of Chappaz siendo la mariposa exótica que resurge de las cenizas.
Afirma enfáticamente el fundador, «el nuevo título hace referencia al voguing, ¡por supuesto!, porque soy muy queer y muy orgulloso de serlo. No hace falta hacer nunca ninguna confesión al heteropatriarcado.» El galerista medio suizo medio español acusado falsamente de ser ‘excéntrico’ no pide disculpas a nadie. Efectivamente, House of Chappaz hace referencia a las ‘casas’ desarrolladas por personas LGBTQAI+ en los Estados Unidos (y en otras formas alrededor del mundo) que servían —y sirven— como refugios para personas disidentes y no normativas que buscan construir nuevas familias. Operan con sistemas levemente jerárquicos, con unx ‘madre’ que protege y organiza oportunidades para sus hijes de procedencias diversas. Este proyecto, que por casualidad es galerístico, tiene una estructura parecida en la que Chappaz es la figura materna con un carácter que se aproxima más al tough love (el amor duro) que a una afectividad tierna. De ahí se puede hallar acusaciones de ‘excentricidad’ pero es una mala interpretación de lo que es ser, simplemente, une misme y estar a favor de la promoción de aquello que va más allá, que tensiona lo ortodoxo y convencional.
Comenta al respecto: «Yo siempre he sido bastante enfant terrible. Tengo una forma de hacer que es un poco diferente. De las galerías dentro de nuestro sistema artístico, probablemente soy la más queer. Trabajo con muchas personas LGBTQAI+ y mujeres —y claro, no podría trabajar con ninguna que no plantease el feminismo.» Continúa diciendo que esta actitud se ha manifestado en todo lo que ha hecho a lo largo de su carrera: «montar un estudio, pinchar, tener una galería, dar clases a gente joven, ha sido ir contra del sistema. He hecho cosas que no entraban dentro de la norma. Yo no monto una galería por estatus. Soy íntegro y transparente; no tengo nada que ocultar. Por eso mi casa es tan visible dentro de la propia galería. Ven mis discos, mis juguetes, mis muebles. En mi caso, sobre todo con artistas, hay una transparencia absoluta.»
House of Chappaz cuenta con dos espacios. En València: Flat (en que, efectivamente, espacio expositivo y el piso personal de Chappaz convergen). En Barcelona: Basement, una fusión armónica entre el mismo Chappaz y Toormix, un estudio de diseño fundado en Barcelona en 2000 por Ferran Mitjans y Oriol Armengou. Chappaz oscila fluidamente entre las dos ciudades para ayudar con los montajes, hablar con su público y acompañar a sus artistas; claramente una madre. Precisamente, exibart.es llega mientras instalan Partir d’una potència formal per a palpitar com cos, una muestra monográfica de Antonio Fernández Alvira (Huesca, 1977) que se inauguró el pasado 6 de mayo.
Es una exposición que cuestiona las nociones de los cánones de belleza y perfección, las metodologías históricas de restauración y preservación, y las tradiciones estéticas. A la entrada, encontramos una estantería simétrica en forma de ‘U’ que alberga una serie de capiteles griegos organizados minuciosamente por cromatismo. El público tiene que pasar por debajo de esta para ver el resto del contenido de la muestra que salvajemente libera la forma y la materia de las expectativas historicistas. Comentan muy orgullosamente que Alvira expondrá próximamente en Azkuna Zentroa – Alhóndiga Bilbao; un gran hito en la trayectoria del artista.
Las relaciones que se acaban engendrando entre el galerista y les artistas con quien colabora son altamente afectivas. «Con Antonio Fernández Alvira llevo diez años. Con Fito Conesa llevo siete. Con Michael Roy nueve.» Preguntamos por uno de los niños prodigios de su generación, Carlos Sáez (València, 1988), un tecnogenio cuyas intervenciones apabullantes en festivales como el Mira, MMMAD, ARCOmadrid y recientemente en el Institut Modern d’Art Valencià deslumbran y obliteran los sentidos de manera exponencial. «Con Carlos Sáez estuve unos tres años colaborando. De manera natural y sin problemas, dejó de trabajar conmigo y a finales de 2017 volvimos a colaborar. Con Carlos ha habido varios proyectos que no hemos podido seguir juntos. Lo último que hicimos juntos fue ARCOmadrid 2021. Para Barcelona Gallery Weekend vamos a hacer una exposición colectiva en la que colaborará él. En ella, habrá un juego o una reminiscencia a cómo somos como colectivo House of Chappaz.»
«Es un proyecto de vida» afirma de su relación con su galería. Durante esta última edición de Art Brussels, la feria de arte internacional que tuvo lugar entre el 20-23 de abril, Chappaz ganó el Premio del Mejor Estand en la sección de Discovery; una sección dedicada a la excelencia de galerías emergentes e internacionales. En dicha ocasión, colaboró con el colectivo Momu & No Es —un dúo formado por Lucía Moreno (Basilea, 1982) y Eva Noguera (Barcelona, 1979)— en un proyecto individual previamente expuesto en la sede valenciana de la galería. A un nivel de ventas, su participación recibió atención considerable. «De ventas, siempre he tenido éxito vendiendo en el extranjero, salvo algunas grandes instituciones nacionales. Dice un poco del sistema en España, cuando rompes un poco las normas…No pertenecer al estereotipo de la idiosincrasia de este país, pues, hace que te alejes de ellas.»
«Yo no sé si realmente genero estrategias,» hablando sobre el hecho de que su galería fue la primera entidad artística en el Estado español en organizar una exposición con obras puramente a la venta mediante los NFTs. «Tanto Toormix como yo nos reflexionamos en torno a ello como galeristas y diseñadores. Además, trabajamos con muches artistas que trabajan con el vídeo, la imagen animada o el GIF. Por lo tanto, salió de una forma muy orgánica. ¿Queríamos ser los primeros? No. Casualmente lo fuimos.» Tal y como en las otras exposiciones, This Fucking Name (TFN), centrada en los NFTs y sus posibilidades acrobáticas y escenográficas, contó con la presencia de una plétora de voces queer.
Al plantear si su galería fue concebida como un espacio de refugio para personas disidentes —justo como implica su nombre—, especuló: «El término queer, la primera vez que lo escuché fue en la canción de Garbage de 1995. Precisamente utilizaba el término vinculado a lo extraño, lo diferente. Hay un juego de términos.» Esta no-estrategia habla de su manera de evitar la normatividad tanto a un nivel personal como sociopolítico. Pero insiste en que muchas de sus decisiones no son procedentes de un exceso de ideaciones de manifiestos con estatutos rígidos y predeterminados.
«No es que quiera generar una imagen antisistema, no puedo evitarlo. Por ejemplo, el hecho de tener un piso en una de las zonas más pijas de València y al entrar dentro no saber dónde estás y que lo único que importa es la galería y la obra; eso me parece un statement.» Se refiere al hecho de que Flat, una de las sedes valencianas, es un espacio totalmente cegado ya que quitó las ventanas y enfatizó la inmersión del espectador en el contexto expositivo, cediendo el protagonismo completo a sus artistas y su arte. «Yo cegué todo el espacio porque a mí lo que me importa es la galería a pesar de que vivo en la parte de atrás. Dora García lo dijo muy bien: el arte es para todos pero solo una élite es consciente de ello. Desgraciadamente es así.»
Esta manera de observar sus propias actitudes implica que sus intenciones siempre han sido auténticas y, desde luego, no planificadas ni forzadas. Así, ha generado relaciones sostenibles con las personas que le rodean. Bien sea delante de coleccionistas o bien sea su trato con las becarias, Chappaz se muestra tal y como es. Esta otra no-estrategia acaba articulando vínculos que perduran más. Su carácter puede repeler o seducir. Por eso lo único se puede afirmar de él y de su proyecto es que no te dejan indiferente.
«Yo tengo una forma de funcionar que no es muy valenciana. Mi familia no es de València. Soy medio suizo medio español. Soy cosmopolita por mi formación y por la educación que he recibido de mi familia. Por eso quizá me sentía tan a gusto en Bruselas. No solo porque hay una parte de mi origen que es de allí, sino porque por una vez no me sentía juzgado porque lo que importaba era mi proyecto. Allí, la gente es mucho más fashionista en el buen sentido y eran capaces de entender el nivel. Transmitimos mucho con nuestra imagen. En este país, en cambio, las cosas cuestan.»
De nuevo, su proyecto como conjunto es un testimonio al poder de ser tu misme. Aunque puede ser una espada de doble filo Chappaz insiste, «yo he creado coleccionistas,» hablando sobre su capacidad de inspirar a nuevas audiencias con su autenticidad entendida como ‘excentricidad.’ Es otra figura queer sujeta a procesos de exotización y fetichismo. Pero naturalmente, ese hecho no le afecta. Sigue adelante gracias a la creencia inquebrantable en su proyecto; sin o con pareja, sin o con una aprobación extática por parte de su público, nada parece detenerle.
Tras su éxito en Bruselas, surgió en nuestra conversación el planteamiento de expandir su proyecto a tierras internacionales como Suiza o Bélgica. «El día que haga eso, me voy de España. Si me hago internacional es para irme. Barcelona es la ciudad más internacional en este país. Me lo dicen mucho sobre House of Chappaz: es un proyecto que está aquí pero está pensado a nivel internacional. Porque no entramos en el sistema y las fórmulas establecidas.» Claramente, huir del sistema español, a pesar de sus dificultades e impedimentos, no es el plan de Chappaz. Es innovar sin forzar, establecer relaciones auténticas, ser honesto, ser punk, ser sofisticado, ser cosmopolita, ser underground, ser abierto, ser poliamoroso y seguir sin ocultar nada en un país que, a menudo, muestra resistencia a estas mismas cualidades.
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