Este fin de semana, los día 9 y 10 de diciembre, vuelve en Barcelona y L’Hospitalet de Llobregat la tercera edición de CLUBS Art a la pista. Nacido durante la pandemia de Covid-19, en un momento crítico para el sector cultural (como explicamos también en un reciente artículo y en una entrevista con sus fundadoras), el evento dedicado a la cultura de clubbing cuenta, año tras año, con la participación de destacadxs artistas visuales del ámbito nacional e internacional.
Para la edición 2023 de CLUBS, el programa aglutinará propuestas de Antoni Hervàs (Barcelona, 1981), Bruce Nauman (Fort Wayne, Indiana, 1941), Christelle Oyiri (París, 1982), Dani Montlleó (Mataró, 1966), David Haines (Nottingham, 1969), Diversorium (Barcelona), Fer Boyd & Madeleine Stack, Isabel Lewis (Santo Domingo, 1981), Jana Boková (Praga, 1948), Joan Morey (Mallorca, 1972), Jovendelaperla (Madrid, 1996) + Cem, Julian Rosefeldt (Múnich, 1965), Marc Oliveras + Ani In The Hall + Hadren + Victor Pérez – Pallarès Setó, Mar García + Javi Soler (Valencia), Mercedes Alzpilicueta (La Plata, 1981), Miguel Ángel Ríos (Argentina, 1943), OXHY (Londres), Pasaporteman (Thièes, 1986) & Eduardo Filippi (Córdoba, Argentina, 1989), Prem Sahib (Londres, 1982), SERAFINE1369 (Londres), Sosun.Dance (Barcelona), Sylvie Fleury (Ginebra, 1961), Vanessa Beecroft (Génova, 1969) (más información, aquí).
Otrxs imprescindibles agentxs en la organización de CLUBS son, desde sus inicios, lxs integrantes de ASAAC – Associació de Sales de Concerts de Catalunya, que respondieron inmediatamente con mucho entusiasmo a la invitación de Joana Roda y Dessislava Pirinchieva. En ocasión de la inminente estrena de la tercera edición del programa, nos sentamos con Naiara Lasa (Directora de la Oficina artística de Sala Apolo) y Joan Ruiz (Jefe de producción en Sidecar) para hablar de que les motivó a sumarse a la iniciativa, así como de lo que puede generarse gracias al asociacionismo y en el cruce entre disciplinas.
CAROLINA CIUTI: Más allá de la programación musical, ¿es habitual encontrar, en vuestra programación, propuestas que nazcan del cruce entre disciplinas distintas? ¿Cuáles?
NAIARA LASA: El ADN de Apolo es, antes que nada, musical: somos una sala de conciertos y un club nocturno. Pero lo que hacemos es cultura. Cada día ponemos en la palestra eventos culturales, y para nosotros es bastante natural intentar casar la música con otras disciplinas artísticas. Nuestro interés por las artes visuales, de hecho, viene de lejos: en 2016 comenzó a fraguarse el proyecto Art Meets Apolo, que quedó truncado por la pandemia y que pudimos retomar hace poco.
El objetivo del proyecto es parecido a CLUBS aunque la ejecución es diferente. En A.M.A. queríamos ocupar con instalaciones artísticas producidas ad hoc los espacios de paso de las salas –el hall, los pasillos, las escaleras, los baños, nuestra sala polivalente, etc. –, permitiendo a las obras convivir con nuestra programación habitual. Pero, claro, solos no teníamos la capacidad para desarrollar la propuesta, nos faltaba el know how en el campo del arte. Así nos asociamos con el espacio expositivo LAB 36 y con la agencia cultural Screen Projects –la misma que dio vida al Festival LOOP–, y fue un proceso bastante natural. Se trata de un co-comisariado en el que, además, Apolo produce las piezas y LAB 36 / Screen Projects pone a disposición el conocimiento de los artistas (de la ciudad o afincados en ella, tanto emergentes como consagrados) y la coordinación. Sin embargo, CLUBS, utiliza las propias salas como centros de exposición, lo que lo hace incompatible con la actividad de la sala y por eso tiene ese carácter matinal.
JUAN RUIZ: A lo largo de sus 40 años de actividad –celebramos el aniversario justo el año pasado–, Sidecar siempre ha sido una sala con carácter multidisciplinar. Cuando Roberto Tierz fundó el local, quería que fuera un espacio en donde pasaran muchas cosas más allá de los conciertos y, en la actualidad, intentamos mantener esa misma naturaleza para ampliar nuestra oferta musical. Obviamente, la música, los conciertos y las sesiones de DJ constituyen el core de lo que hacemos, pero no dejamos de ser un centro cultural –o así me gusta pensarlo.
CC: En 2020, durante una época muy dura para la cultura debido a la crisis de Covid-19, la Associació de Sales de Concerts de Catalunya (ASAAC) recibe la propuesta de formar parte de la primera edición del proyecto CLUBS Art a la Pista: ¿qué os pareció el proyecto en un primer momento? ¿Qué os llevó a sumaros?
JUAN RUIZ: Un día apareció por aquí Carmen Zapata –gerente de ASAAC– con una mujer muy alta que hablaba muy rápido y ¡fue amor a primera vista! Dessislava Pirinchieva, co-fundadora de CLUBS, es una persona con muchísima energía y curiosidad: fue imposible no compartir su entusiasmo por el proyecto. En la medida en la que nosotros pudiéramos encontrar un espacio en el que poder acoger una instalación o una actividad, íbamos a colaborar. Y si pensamos en que la idea para CLUBS nació en un momento en que la actividad de las salas estaba parada por completo, nos parecía aún más necesario.
Creo que en estos tres años el proyecto ha evolucionado muchísimo, tanto a nivel de públicos como de producciones, y nos hace mucha ilusión formar parte de ello; nos entusiasma poder acoger instalaciones artísticas a las que no tendríamos acceso sin la mediación de CLUBS, y ver como estas respiran en el espacio.
NAIARA LASA: CLUBS nacía justamente con la intención de dar otro uso a las salas de conciertos, cuya programación en aquel entonces estaba parada. De repente, podíamos abrir de alguna forma, actuando de expositores para instalaciones artísticas de distintos tipos. Como decía antes, en Apolo llevamos el mezclar disciplinas en nuestro ADN; sin perder nuestro enfoque, queremos mantener vivo el interés por cualquier tipo de evento cultural, y por eso también nos pareció natural aceptar la invitación a participar en CLUBS. En el fondo, si tú vas a un club es muy probable que te puedas meter también en una galería de arte. Quiero pensar que la gente a quien le gusta la música es permeable a todo y que tiene cierta sensibilidad cultural.
CC: Has tocado un tema muy importante, Naiara: creo que las salas de conciertos, los clubs, las galerías de arte y los museos tienen un gran público potencial en común. Son mundos diferentes que no se mezclan a menudo, pero podrían encajar.
NAIARA LASA: Hay que buscar más espacios para que esto suceda: CLUBS, es uno de ellos. De todos modos, es importante considerar que las galerías, por su naturaleza, pueden resultar intimidantes para algunos. Muchas personas asocian visitar una galería de arte con algo muy ‘posh’, sin estar seguros de qué esperar o si entrar implica algún coste. La cultura de visitar galerías de arte no está tan arraigada, haciéndolo parecer distante. Por contra, la experiencia de ver una exposición en un club podría parecer más accesible, ya que es probable que hayas venido previamente a un concierto u otro evento.
En el marco de CLUBS, al seguir este camino conocido hacia un lugar como Apolo, puedes encontrarte con experiencias artísticas similares a las de una galería, pero de una manera más familiar. Esta estrategia busca superar las barreras naturales entre una sala de conciertos y un lugar de exposición. Al trabajar con un público muy joven, nuestro alcance es más amplio: hablamos de unas 15.000 personas a la semana. Aunque algunas propuestas puedan pasar desapercibidas, creemos que el impacto es significativo; capturamos la atención de aquellos a quienes les intriga, generando así un interés y atrayendo una diversidad cultural a nuestro espacio.
CC: Uno de los objetivos fundamentales de CLUBS era reivindicar las salas como espacios de intercambio, comunicación y expresión artística, buscando integrar tanto al público diurno como al nocturno. La idea era abrir las puertas a una diversidad de visitantes, incluso familias, durante el día. ¿Cuál fue la respuesta del público en las primeras dos ediciones?
NAIARA LASA: En general, diría que muy positiva. Creo que hemos logrado atraer a audiencias de ambos espectros. Por un lado, aquellos que quizás son mayores y suelen visitar galerías y museos, encuentran interesante la idea de ver obras en un entorno diferente al que están acostumbrados. Por otro lado, hemos captado la atención de un público más joven que disfruta de este tipo de eventos. Será interesante observar qué tipo de público se acerca este año, pero creo que hemos logrado crear una experiencia híbrida que atrae a diversos grupos. La idea de llevar la música a galerías o museos ya existía, pero la inversa no tanto. Si estás disfrutando de una exposición en el museo con música en vivo y una copa en mano, ¿por qué no hacerlo al revés? Creo que este enfoque bidireccional era algo que faltaba y que tiene un potencial claro: CLUBS supo interceptarlo.
JUAN RUIZ: El primer año nos costaba imaginar como reaccionaría la gente: con la pandemia en el medio, los públicos y sus dinámicas cambiaron. Pero, retrospectivamente, también coincido en que, hasta ahora, la respuesta ha sido muy positiva. El público que acude a Sidecar para CLUBS, es muy variado: hay personas que vienen con la intención explicita de ver el proyecto, ya teniendo una idea preconcebida; pero, el hecho de que Sidecar esté ubicado en la Plaça Reial también hace que personas en tránsito entren, reaccionen, y decidan quedarse, lo cual es genial. Esa diversidad de respuestas y la interacción espontánea también contribuyen al éxito del proyecto.
Cuando ves una discoteca o una sala de conciertos abierta durante el día, tu percepción del espacio cambia. Algunas personas que suelen frecuentar el Sidecar de noche y que también lo visitan de día por otros motivos, siempre expresan lo mismo: la experiencia es totalmente diferente. Y, pese a pasar muchas horas aquí incluso durante el día, puedo entender perfectamente ese ‘flash’ del que hablan.
CC: La idea de trastocar la percepción que tenemos de un determinado espacio es otro factor que hace de CLUBS una propuesta singular. Al mismo tiempo, el proyecto fomenta una reflexión necesaria sobre el ocio nocturno, a menudo erróneamente asociado con el desfase y la locura, como si fueran aspectos inherentemente negativos. Sin embargo, el ocio nocturno también constituye un espacio significativo de posibilidad y agregación…pienso que los clubs ofrezcan oportunidades esenciales para la expresión creativa, la conexión social y la construcción de comunidades.
JUAN RUIZ: ¡El ocio también es cultura! Los espacios como bares y salas de conciertos son lugares de encuentro que pueden generar experiencias significativas más allá de la diversión. Estigmatizar el ocio nocturno como simple entretenimiento es limitar su potencial. Además, no nos podemos olvidar de la importancia de transgredir. La transgresión y la ruptura de normas pueden ser fundamentales para el desarrollo cultural y social. Cada generación necesita encontrar su propio espacio y mentalidad. Si perdemos la capacidad de ser transgresores, nos enfrentamos a la monotonía. Y eso sería muy aburrido.
NAIARA LASA: Creo que los prejuicios sobre el ocio nocturno tienen que ver con distintos factores: por un lado, la narración que ciertos medios de comunicación hacen de ello; por el otro, es una cuestión totalmente generacional.
Personalmente, no me da miedo entrar en un club, y tampoco me preocupa que mis hijas pequeñas lo hagan. Es cierto que mi perspectiva está afectada por el hecho de que trabajo aquí, pero la mayoría de mis amigos lo ven como algo natural. Cuando organizamos actividades para incluir a familias en el club, como matinales infantiles y conciertos diseñados para un público más joven, la respuesta es muy positiva. La gente participa con entusiasmo, y esto se debe en parte a que ellos mismos han disfrutado de la cultura y del ocio en este entorno. Pero las generaciones mayores tienen una visión diferente. El rechazo se debe a que, quizás, no han vivido estas experiencias como nosotros – y es más fácil comprender lo que se ha vivido. Si solo te guías por los medios de comunicación, que a veces presentan los clubs como lugares donde encontrar drogas y sexo, es comprensible que puedas llegar a tener una visión negativa –aunque nada objetiva– del ocio.
El público más joven, incluidas las familias con niños, son aquellos que han tenido experiencias positivas y quieren transmitir ese amor por la música y la cultura a sus hijos, acudiendo a las salas independientemente que sea de día o de noche.
CC: Además, al ser importantes espacios de encuentro, y a menudo abiertos al cruce entre disciplinas, los clubs pueden ofrecer experiencias sensoriales singulares. En un mundo inmerso en lo virtual, donde las interacciones pasan a menudo por pantallas y se median digitalmente, la búsqueda de experiencias más tangibles y enriquecedoras es cada vez más importante.
NAIARA LASA: Es evidente que en la actualidad nadie se conforma simplemente con experiencias en 2D. La búsqueda de experiencias inmersivas, de narrativas más ricas se refleja en diversas áreas, desde la videocreación hasta la moda, pasando por la música. Decidimos unirnos al proyecto CLUBS porque desde el principio lo consideramos esencial; al mismo tiempo, teníamos confianza en que la respuesta sería positiva debido a su naturaleza experiencial.
JUAN RUIZ: Como decías, hoy en día, estamos constantemente conectados a través de nuestros teléfonos, una realidad que es aún más pronunciada en las generaciones más jóvenes que la mía. A pesar de ello, los espacios como los bares o los conciertos siguen siendo lugares donde experimentamos la interacción humana a través de la comunicación verbal y el contacto. Durante el día, nuestras interacciones tienden a estar mediadas principalmente por dispositivos, pero cuando compartimos un momento tomando algo con alguien, asistimos a un concierto, o visitamos una instalación, volvemos a relacionarnos de manera más directa y, podríamos decir, más humana. Es un retorno a la conexión interpersonal sin la intermediación constante de dispositivos electrónicos.
CC: Centrándonos más en la programación de CLUBS de las pasadas ediciones, ¿cuál fueron las propuestas que más os impresionaron?
NAIARA LASA: Me interesó mucho una pieza que presentamos en la sala estudio; una instalación sonora compuesta por múltiples altavoces que creaba un ambiente bastante inmersivo [se refiere a Floating de la artista británica Hanne Lippard (1984)]. También me llamó mucho la atención otra instalación que, el mismo año, se podía ver en la Sala 2 de Apolo: en este caso, el espacio completamente oscuro, solo era iluminado por puntos de luz de colores, creando una sensación hipnótica y psicodélica [se refiere Mute del artista cubano Wilfriedo Prieto (1978)].
En CLUBS, la diversidad de ubicaciones aporta una capa adicional a la experiencia, ya que cada lugar tiene su propia personalidad. Las obras se presentan en espacios muy diversos y específicos, y la sensación de experimentarlas en un estudio de grabación, por ejemplo, es completamente diferente a verlas en otro lugar. Cada sala aporta su propia atmósfera y contexto, convirtiendo la experiencia en algo único y no estéril.
También es muy interesante considerar cómo la misma pieza puede percibirse de manera distinta según el contexto: ¿cómo se percibe una instalación en el espacio estéril del cubo blanco de una galería? ¿Cómo se muestra, en cambio, en la sala oscura de una discoteca?
JUAN RUIZ: Entiendo que no soy un experto en arte, lo disfruto de una manera más intuitiva y emocional. Conecto con lo que me inspira o despierta ciertas emociones. Aunque no recuerde exactamente quien era el artista, se trata de una pieza visual que tuvo un gran impacto aquí. El vídeo mostraba a grupos de gente bailando como en una rave; prácticamente todos quedamos cautivados por su atractivo visual y por la sinergia con la música [habla de Fiorucci made me Hardcore de Mark Leckey (Birkenhead, 1964)].
CC: Para acabar, me gustaría indagar sobre lo que significa ser parte de una asociación como ASAAC. Su labor se reveló fundamental durante la pandemia, destacándose además en el liderazgo y la coordinación de proyectos como CLUBS. Pero me imago que, sobretodo, desempeñe un papel crucial en la articulación diaria del sector. ¿Podríais compartir vuestra perspectiva sobre el valor y el impacto de pertenecer a ASAAC?
NAIARA LASA: Históricamente, las salas de conciertos han operado de manera bastante aislada, a diferencia del cine o el teatro, que han construido redes asociativas mucho más sólidas –consiguiendo realizar, en varias ocasiones, incluso superproducciones subvencionadas por Europa. En el ámbito musical, hemos trabajado de forma independiente, quizás por el miedo de que la cercanía con colegas resultara en imitaciones. ASAAC, con más de 18 años de existencia, surgió con la intención de unir al sector y establecer relaciones con las administraciones públicas. Su objetivo era claro: abogar por el reconocimiento y el apoyo gubernamental para un sector que, a pesar de su relevancia, se sentía relegado.
La pandemia reveló la fortaleza de la unión en ASAAC; durante ese periodo crítico, la asociación actuó como portavoz unificado, gestionando subvenciones y negociando directamente con las autoridades. Lo que conseguimos en ese momento gracias al formar parte de la asociación, no lo hubiésemos conseguido cada sala por si sola.
La diversidad de salas en ASAAC, desde grandes hasta pequeñas, no impide que compartamos objetivos comunes y que nos enfrentemos a desafíos similares. Esta experiencia llevó a un cambio de perspectiva, enfocándose en potenciar las conexiones y trabajar en red. Iniciativas como CLUBS y las próximas jornadas para mejorar la gestión interna de las salas son ejemplos de cómo ASAAC busca impulsar la colaboración y compartir conocimientos en beneficio de toda la comunidad de salas de conciertos. Este enfoque colectivo demuestra que, al sentarse juntos y abordar problemas compartidos, se logra un impacto mucho mayor que al enfrentarlos individualmente.
JUAN RUIZ: La presencia de ASAAC ha generado cambios significativos, tanto evidentes como más sutiles. Más allá del respaldo que ofrece la asociación, quiero destacar la creación de sinergias entre las salas, lo cual ha sido crucial. La colaboración entre nosotros, los promotores, ha creado un circuito más unificado, facilitando incluso la planificación de eventos y giras entre diferentes localidades. Personalmente, aprecio mucho esta colaboración.
La asociación ha trabajado arduamente y ha contribuido a poner cierto orden y a proporcionar herramientas a salas más pequeñas, permitiéndoles acceder a subvenciones y recursos que antes les resultaban inaccesibles. Este apoyo a múltiples niveles ha sido invaluable. Además, en comparación con otros campos como el teatro y el cine, donde el asociacionismo siempre ha sido más habitual, ASAAC ha contribuido a fomentar una mayor colaboración entre los actores del sector musical.
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