Salaz, controvertido, chocante, repugnante, estrambótico, provocador, marica… son algunas de la acusaciones que ha recibido Nazario Luque (Castilleja del Campo, Sevilla, 1944) a lo largo de su carrera marcada por la concepción de un personaje mítico del mundo del cómic español: Anarcoma. La galería catalana Bombon Projects recibe con brazos abiertos una selección de las historietas ideadas y dibujadas por Nazario que viene a ser la primera muestra galerística dedicada al dibujante que lleva décadas en la ciudad de Barcelona.
Con tonalidades neo-noir, las tramas inventadas por Nazario se pueden describir como un Twin Peaks procedente de los calabozos atmosféricos de la mente de David Lynch a la Jean Genet o Rainer Werner Fassbinder. También se podría decir que el mundo de Anarcoma no tiene nada que ver con estos referentes y que existe en un mundo totalmente paralelo al nuestro. Y como última contradicción, las historietas de Nazario también retratan realidades que verdaderamente existen en la misma capital catalana. Por lo tanto sus cómics se encuentran anclados en una realidad marica familiar, pero a la vez, gracias a sus exageraciones anatómicas y embellecimientos circunstanciales, se encuentran suspendidos en una esfera que pertenece al folklore especulativo queer. Pero sin duda estas categorizaciones no le harían mucha gracia a Nazario.
El historietista utiliza la ficción y la historicidad a su favor, torciendo realidades de personas transgénero, travestis y gays que acaba empoderando y visibilizando dichas realidades; un hecho que el autor deja claro que no pretendía cuando los realizó en los años 70 y 80. Él simplemente se divierte compartiendo los fenómenos que suceden en ‘el ambiente.’ Anarcoma es una detective travesti que se navega por laberintos subalternos y underground. Se encuentra en situaciones peculiares como toparse con un irlandés que se inspira en su transición de género al haberse operado y busca operarse también; hecho que acaba en la formación de una secta en la que Anarcoma es monja hipersexual.
Hay que usar otra retórica cuando nos referimos a los dibujos de Nazario. «¿Cuándo antes se había visto una detective a medio camino entre Lauren Bacall y Humphrey Bogart? ¡Nunca! ¡Jamás! La intención de Nazario resultó ser todo un bofetón sin manos. Se adelantó décadas al nacimiento mediático de La Veneno y a la creación cinematográfica de La Agrado, en un momento en el que el término “empoderamiento” ni se empleaba ni se le esperaba. Hablando claro, Nazario creó un referente cuando todavía no existían,» observa Valeria Vegas, la encargada del texto de sala.
La decisión por parte de la galería de exponer obra premiada en sectores no artísticos no fue aleatoria. En palabras de Joana Roda, co-fundadora de Bombon Projects, afirma que «es un error entender el cómic como un arte menor cuando en realidad es altamente contemporáneo. Cuando hago una exposición de escultura nadie observa que he decidido hacer una exposición de escultura. En cambio cuando realizas una exposición como esta todo el mundo comenta lo curioso que es. El cómic es una herramienta más para hablar de lo que pasa en el mundo actualmente. Esta exposición es igual de contemporánea y pertinente. Anarcoma sigue chocando y generando debate.»
Todas estas palabras son una dilución atomizada del fenómeno que es Anarcoma que nació en 1977, justo en la alba de la movida madrileña. exibart.es tuvo el placer de charlar con el autor en la galería que acoge su obra hasta el 17 de junio de 2023.
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Nazario Luque: Pretendía ser una celebración del 45 aniversario del personaje Anarcoma que creé en el 1977 en una revista erótica de la misma época. Había publicado unos cuantos números de Anarcoma y luego salió El Víbora, la revista contracultura que nació en el año 1980. Empecé a convertir esta historia de Anarcoma en el eje alrededor de que funcionaba la revista. Curiosamente, era una revista totalmente heterosexual y el personaje que había creado era descaradamente homosexual y travesti y además…¡detective! A partir de esto, inventé una serie de aventuras que servían de excusa para retratar el ambiente homosexual y transformista de la época de los 70 y 80.
Hice esta primera parte que se editó y se tradujo a 108 idiomas. En Estados Unidos hubo un problema con la censura. En Alemania también. Pero ha recibido mucho éxito pese a todo. La segunda parte se centró más en las aventuras del ambiente de Barcelona, que se llamaban ‘los bajos fondos’. Y la tercera no la llegué a dibujar ya que dejé de dibujar. Pero tenía el guión y lo convertí en un libro que se llama El regreso de Anarcoma que se publicó en la editorial Laertes. Lo hice para terminar y redondear la historia porque había una serie de cabos sueltos. Además quería continuar la trama sobre el hecho de que Anarcoma devenía un robot súper macho, calvo, peludo y superdotado que se iba enfeminando. Es un robot que se ha creado como macho pero se opera y deviene mujer, ¡muy extravagante la historia!
N: ¡No! ¿!Una historia así de alocada!? A ver, al principio sí, gracias a los personajes que conocía que me rodeaban en lugares como Las Cuevas, el Bar Kike y personajes como Paca la Tomate. Eran transformistas y me inspiré en ellas y en fotos de los años 70 de todo el mariconeo de los bares, los disfraces de carnaval, etc. Estos personajes salen en Anarcoma número dos, en el mismo que salgo yo y Alejandro mi marido.
N: Para celebrar el 45 aniversario de Anarcoma, estos galeristas de esta plataforma tan moderna de pronto pensaron que exponer páginas de historietas fue lo más atrevido que podían hacer porque normalmente la historieta está relegada a sitios más convencionales. Se suele pensar que la historieta es para un museo de la historieta y no uno de arte. En mi caso he tenido un poco más de suerte porque el Museo Reina Sofía me compró historietas que forman parte de la colección permanente. La Generalitat de Catalunya incluso tiene obras mías. Soy una especie de anomalía: el cómic se suele vender como cómic y no como dibujo.
El hecho de que una galería decidiese exponer una muestra dedicada a este personaje me resulta gratificante y bastante arriesgado porque ninguna galería hasta ahora lo había hecho. La gente prefiere comprar ilustraciones en el sentido más clásico de la palabra, y puede ser un poco más reticente a la hora de colgar en su pared una obra como la mía ya que no se sabe si se considera un gesto moderno o reaccionario clásico. Colgar algo mío en la pared puede significar que el coleccionista es muy aficionado del cómic cuando no tiene porque ser así. En el fondo no nos consideran a los dibujantes de cómic como dibujantes de verdad. La gente no se plantea que lo que producimos también es un dibujo. Con esta exposición, estamos intentando darle a entender al público precisamente este hecho.
N: El problema son los críticos que te encasillan y dicen de mí que soy un dibujante gay. Soy dibujante y soy gay. El hecho de tratar el tema homosexual en mis dibujos no es suficiente para encasillarme como dibujante homosexual o para los homosexuales. Me negué a participar en revistas exclusivamente gays porque me parecía un acto de ghettificar mis historias. Precisamente lo que yo hacía para El Víbora era para todo el mundo con tal de que supiesen lo que era el mundo de los maricones y nuestras relaciones totalmente normalizadas.
Cuando decidí crear Anarcoma, yo no tenía la idea de reivindicar nada. Solo hice una historia normal y corriente. Hace poco me escribió un chico de Sevilla que lleva unos 40 años viviendo en San Francisco y me comentó que en sus conferencias utiliza mi obra como referente. Esto me resulta gratificante. No creé el personaje esperando que pasase eso. Simplemente me hacía ilusión y me divertía pintar pollas enormes y hablar de travestis en situaciones graciosas. Busqué reírme y disfrutar de estas aventuras como haría cualquiera.
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