Más múltiple no podría ser Perla Zuñiga (Madrid, 1996). Berlín, Madrid, Londres, València, Buenos Aires y Barcelona son algunas de los lugares por los cuales ha transitado la artista porosa. ¿Su práctica? Híbrida y plural. Cómo no. Es poeta, DJ, llevando el nombre JOVENDELAPERLA. Se expresa mediante la palabra y la instalación, la música y el movimiento. Esta cornucopia de expresiones y manifestaciones giran en torno a su relación con su cuerpo. Cómo su cuerpo viene en contacto con otros cuerpos, con el paisaje nocturno, su identidad de género, sexualidad y su experiencia con el cáncer. Se podría describir su obra como un laboratorio. La palabra es su bisturí, y con él, realiza exploraciones microscópicas sobre su identidad, su salud y sus deseos.
Colabora a menudo con productorxs como Lechuga Zafiro o Tomas Urquieta, y otras figuras más del ámbito artístico como Cabello/Carceller, Vera Amores —con quien lleva el colectivo CULPA— y Carlos Sáez. En los últimos meses, se han visto varias activaciones suyas en la ciudad de Barcelona; donde actualmente reside y trabaja. Una de ellas en CLUBS, Art a la pista —una iniciativa que busca encontrar nexos expresivos entre el arte y las discotecas— y otra en Cordova, una plataforma curatorial ubicada en la Zona Franca. En este espacio, la intervención se trata de una exposición de obra de nueva producción. Se titula Cucú, y marca la primera colaboración con Cory John Scozzari —fundador de la plataforma— y su primera exposición individual en Barcelona. Lxs dos llevan un tiempo con ganas de colaborar. Dada la atmósfera líquida y casi quirúrgica de Cordova, tiene todo el sentido. Debido a algunas recaídas de salud, Perla ha tenido que posponer este proyecto varias veces; hechos que la artista integra en el contenido de la exposición.
Habla sobre el imaginario del futuro; un futuro omnipresente e inminente que contiene todas las experiencias que quisiera tener la artista. Un futuro supuestamente mejor. En él, Perla imagina varias inversiones arquitectónicas y objetuales; potencialidades ricas como agujeros que pueden ser ventanas, paredes que pueden ser perforadas para convertirse en salidas, jeringas y botes de recogida de orina que pueden ser simples soportes artísticos. Pide que lx espectadorx descubra las obras; algunas de las cuales son más visibles durante la noche. A través de agujeros ubicados en distintas alturas (para llegar a algunos resulta bastante difícil) existen microcosmos que contienen mensajes irónicos pero esperanzadores, configuraciones de objetos que vienen a hablar sobre sus deseos y pequeñas viñetas de cómo imagina este futuro inminente.
exibart.es tuvo una conversación con la artista en la cual abordamos su práctica artística promiscua, su relación con la noche y la sexualidad y la exposición que tiene en Cordova hasta el 17 de febrero de 2024.
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Perla Zuñiga: Creo que consolidé mi práctica cuando dejé la universidad en Madrid por un cáncer que tuve. He aprendido de la enfermedad. Por casualidad, aún en la universidad me empezaron a interesar varios artistas que trabajaron con el SIDA, y me ayudaron bastante a entender cómo me relacionaba yo con la enfermedad. Entendí que era útil abordar el arte a partir de mi propia vivencia y realidad. La enfermedad y la sociedad están plagadas del uso del lenguaje bélicos. Por lo tanto, poder ver el trabajo de personas que trabajan desde la vulnerabilidad y la fragilidad y se relacionan con la enfermedad desde otros lugares contribuyó a mi práctica, mi persona y mi relación con el estado de mi cuerpo. Mi práctica me ha ayudado a entender mi vida. No veo los límites entre clubs, fiestas y arte. Claramente hay diferencia entre el mundo del arte y el mundo de la noche. Lenguajes más directos, economías más directas: te pagan por hacer un trabajo concreto en el contexto de los clubs. Es una economía más realista.
PZ: Entré en el hospital por primera vez para empezar la quimioterapia cuando estaba cursando primero de Bellas Artes. Un profesor de la universidad me regaló el libro Mi juventud unida de Mariano Blatt y me cambió la vida. La gente a mi alrededor que tenía 18 años tenían una libertad que yo no tenía, así que ese libro calmaba mi deseo ya que habla sobre la juventud, el deseo, las drogas. Es la primera vez que leí una poesía que era simple y sencilla pero a la vez cargada de imágenes preciosas y potentes. Así que el libro me calmaba el deseo y a la vez me motivaba. A partir de allí, entendí que la escritura siempre ha formado parte de mi. Antes de crear a nivel material, escribo. Lo que me interesa es cómo lo oral influye en la escritura. La voz del poeta es lo que da cuerpo a su poesía. Esto junto con la enfermedad me llevaron a la presencia. Un poco como la noche. La poesía requiere que uno esté allí, en el momento, hay algo efímero. No puedes pensar en el futuro. Y de allí sale la idea de hacer performances. Después de Berlín, vuelvo a Madrid por amor y es donde tengo una recaída.
PZ: Esta exposición está muy pensada en torno a la ironía de crecer pensando que el futuro va a ser mejor. Esos momentos de indiferencia hacia lo que está pasando ahora mismo, y la afirmación en cuanto a lo que te espera en el porvenir va a ser bueno. Me gusta mucho usar el sarcasmo en mi trabajo. Algunas piezas tienen paisajes, o esta frase ‘Ibiza is waiting’ esta idea de, no pasa nada, Ibiza siempre va a estar allí, da igual que estés mal o triste o enferma o explotada.
Llevo mucho hablando con Cory John en cuanto a una colaboración, pero se tuvo que aplazar dos veces por la enfermedad. Esta exposición tiene algo celebratorio: al final se pudo hacer. Tengo revisiones periódicas cada cuatro meses para comprobar que todo va bien. Hay algo de esa vitalidad que persigue la exposición. Ahora que estamos en esta época de máxima visibilidad y mucha información por redes sociales, me interesaba que la exposición jugase a esa idea de tener que buscar algo a través de un agujero, pero luego transformar los agujeros en ventanas. Volver a la obra de Marcel Duchamp, Étant donnés, me ha perseguido de alguna manera así como la de Juan Muñoz, Waiting for Jerry. Siempre me pregunto cómo mi cuerpo puede estar en la obra, a diferencia de las performances en que yo tengo protagonismo y yo tengo que estar presente; ¿cómo manifestar todo eso en una obra en que no puedo estar? Para ver las obras tienes que hacer una acción, si no te la pierdes. Es íntimo y vulnerable. La exposición rema en contra de esa idea de que la visibilidad tiene que ser nuestro único fin como sociedad y como colectivo. Explora lo tricky de eso. La violencia de lo visible o lo vacío de la visibilidad como único fin. Creo que en los lenguajes no tan legibles o visibles hay un vocabulario o un paisaje visual mucho más rico. Allí exploro lo queer y es donde mi persona se excita o entusiasma.
Podría haber sido mucho más fácil colgar las obras en las paredes, pero el juego de rebuscar, de los vacíos, de mirar por el agujero y que ese agujero se convierta en ventana o lo que ves a través de él no tiene nada que ver a cuando ves la obra desde otra perspectiva. Creo que en esa acción está la exposición, la sorpresa, el cu cú. Me gusta entremezclar lo sexual con el fetiche, la imagen sexual, procesos médicos, etc.
PZ: Si que celebra la vida la exposición. He estado muy, muy mal muchas veces en mi vida, pero siempre ha habido algo que no me ha hecho detenerme o parar. Creo que la exposición busca ese deseo. Un deseo que entiendo como amor y como proceso; procesos duros que carecen de esperanza y que te hacen decidir qué deseo hay que seguir. La exposición es un recordatorio de ‘estoy aquí y tú también estás aquí. Los agujeros por los cuales hay que mirar pueden ser ventanas para verte de otra manera por dentro o ver el mundo desde otro lugar; es lo más importante de la muestra. Celebra el amor y las emociones hacia la vida. Todo, como siempre en mi trabajo, con este sentido de humor de ‘estamos en la mierda pero vamos a hacer una broma sobre eso.’ Vamos a reírnos, muchas veces es lo único que tenemos y es nuestro.
PZ: Creo que es importante destacar que esta es mi segunda muestra individual y la primera que hago en Barcelona. Mi primera individual fue en el espacio yaby, cuando tenían su sede en Madrid en el local de Delicias. Es un espacio al que voy a estar eternamente agradecida porque ha apostado siempre por mí y me han acompañado a lo largo de estos años muy de cerca, tanto en procesos vitales como personales.
Mi primer solo fue una lectura de mis primeros poemas en plena oscuridad. Me interesaba explorar la oscuridad total y como las palabras y los sentidos cambian y se distorsionan. La función duraba 40 minutos y jugaba con sonidos, texturas, luces y olores. Contó con la colaboración del pintor Julio Linares. Juntas creamos un mural en el suelo que solo se veía al final de la sesión, cuando encendimos las luces ultravioletas.
Podría decirse que esta es mi primera individual visual, en la que hay obras materiales. De alguna manera lo entiendo como una continuación del trabajo que comencé en Generaciones en La Casa Encendida. Persigue esa idea de crear poemas físicos. En generaciones utilizaba puertas de nevera porque me parecían soportes de gran carga poética que hablaban sobre el tiempo, sobre la idea de congelar el tiempo.
En Cucú, el soporte, o poema, es Cordova. Cuando Cory John me invitó fue toda una alegría porque sabía que iba a poder probar y experimentar con el mismo espacio, además de trabajar mano a mano con él. La idea de los agujeros nos entusiasmaba desde el principio, ¡y no es muy común que alguien te deje agujerear su espacio! (se ríe) Cuando entras en la sala parece que esté vacía, solo hay unos agujeros y unas agujas en una pared amarillo neón enfermo. Pero lo interesante es que puedes mirar por los agujeros para ver la obra, pero también entrar al baño o al despacho de Cory John y la obra se transforma en otra cosa, es distinta.
Sé que mucha gente se va a quedar sin mirar por algún agujero o los más curiosos acabarán a cuatro patas para mirar por uno que está pegado al suelo. Esa dualidad me divierte mucho. Los trabajos que he hecho para esta exposición se completan al 100% en el espacio. Tienes que verlos en directo y esa parte física, efímera es lo que más define mi trabajo. Si quieres ver o escuchar lo que hago tienes que venir y verlo.
PZ: La intervención fue una grabación de un poema que estuvo producido musicalmente por el productor Cem; el fundador del colectivo y sello HerrenSauna. Es un poema que escribí cuando me mudé a Berlín en 2019 y que se ha ido completando durante períodos nocturnos mientras estaba de fiesta o en afters. Es un poema que escribí con varias tomas y localizaciones. Lo uso para el show que tengo con Vera Amores. Cem y yo tuvimos el deseo de colaborar, entonces me di cuenta de que era la oportunidad perfecta. Yo les conocí porque escucharon un track que tengo que Lechuga Zafiro, Alguna vez.
PZ: Hablando sinceramente, la noche tiene un papel muy importante en mi vida y en la de muchas personas. Creo que la relación que hay entre el arte y la noche es un lugar muy fértil donde pueden surgir muchas propuestas e ideas por parte de artistas. Se adquieren otras sensaciones; los sentidos y afectos adquieren otras dimensiones.
Me entusiasma e inspira la simple imagen de personas reunidas en un espacio durante horas con música. Esa unión, ese peregrinaje colectivo. Se nota bastante cuando hay una fiesta que ha estado concebida alrededor de un concepto, o en la que se ha trabajado mucho la experiencia, o a partir del espacio. Cómo una persona está, a través de la música, llevándonos por un viaje que ha pensado en su casa. Son lugares donde el cuerpo tiene otra serie de libertades, y la mente consigue viajar y lugares de conexión. El arte y la pista están unidas. Una bebe de la otra.
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