Una partícula de H2O que horadó una piedra y cuya esencia química continúa en el fósil de un ser vegetal, que la máquina excava para clasificar en un relato inventado, pero también en el mineral extraído para la construcción de nuevas superficies en el que las vidas contemporáneas se transmiten y pasan a toque de pantalla. Una red conectiva de la que solo se cuentan algunos hilos, y en la que la artista Amanda Moreno desenmaraña y enlaza posibilidades bio-históricas en las que rastrea lo que se ha denominado “naturaleza” como un agente exótico a lo humano.