Si el brutalismo evoca ciudades de hormigón, casas de diseño vanguardista, búnkeres para multimillonarios y fortificaciones de todo tipo, el feralismo se sumerge en el imaginario de la ruina y en la relación orgánica entre el espacio público y la naturaleza, integrando a animales, plantas y minerales en su lenguaje arquitectónico.
La exposición Brutal/Feral. Arquitectures de supervivència, organizada por el Bòlit, Centre d’Art Contemporani de Girona, cierra el ciclo De rerum natura y propone un diálogo entre estos dos modelos arquitectónicos y sus implicaciones en nuestra relación con el entorno a través del trabajo de siete artistas contemporáneos.
Las obras se presentan en dos salas del centro (Bòlit_LaRambla y Bòlit_StNicolau) y en espacios públicos de la ciudad hasta el 18 de mayo. En un contexto de crisis ecológica y social, la muestra reabre el debate sobre el futuro de las ciudades: ¿qué modelo queremos y hacia cuál nos dirigimos?
Esta exposición recupera el espíritu de los años sesenta, cuando el brutalismo se consolidó como una arquitectura de poder basada en la seguridad y la propiedad privada, con torres y fortificaciones que recuerdan a castillos contemporáneos. Frente a esto, el feralismo plantea una alternativa porosa, en la que el límite entre lo construido y lo natural, entre lo público y lo privado, se desdibuja.
En Bòlit_LaRambla, Marta Bisbal Torres (Mollerussa, 1974) presenta dos videoinstalaciones: Brutal Moods, un ensayo audiovisual que recopila fragmentos de películas donde aparece la arquitectura brutalista, y 10’’, que documenta la demolición de un rascacielos brutalista en Frankfurt en 2014. Por su parte, Dani Montlleó (Mataró, 1966) expone El cau de la morena (versió 2), una instalación de cartón que reflexiona sobre la paradoja del brutalismo como escenario de ficción, al mismo tiempo refugio de los villanos y hábitat diseñado para animales, que terminan por ocuparlo.
En el altar de Bòlit_StNicolau, Albert Coma (Olot, 1980) ha construido Món de passatges, una torre de Babel hecha de residuos y objetos alterados por el ser humano, que representa una ruina contemporánea donde los ecosistemas dialogan a través de lo que hemos desechado.
La sinantropía, la adaptación de ciertas especies a entornos artificiales/modificados por el ser humano, es el eje de la instalación fotográfica de Txema Salvans (Barcelona, 1971), un álbum que documenta relaciones inesperadas entre lo humano y lo natural al habitar en contra de este. En una línea similar, Andrés Hispano (Barcelona, 1964) presenta su scrapbook Trouble in Paradise, un collage visual que explora la transformación de nuestra idea de paraíso, desde la naturaleza exuberante hasta la jungla de cemento y las ruinas modernas.
Laura Lio (Buenos Aires, Argentina, 1967) presenta Savia sangre, tres piezas en papel, collage y pintura que cuestionan la dicotomía entre cultura y naturaleza, donde raíces emergen de la urbe en busca de sustento y permanencia. Su obra De-vuelta al remitente, ubicada en los Jardines de Sant Feliu, es un nido gigante hecho de materiales naturales e industriales, incluidos objetos diseñados para ahuyentar pájaros.
Finalmente, Marcel·lí Antúnez (Moià, 1959) protagoniza Natura centrum este, una performance itinerante sobre los orígenes de la agricultura ecológica, que explora sus raíces en el anarquismo y la teosofía. Esta acción se realiza en colaboración con el Sismògraf d’Olot.
