El Centro de Creación Contemporánea de Andalucía (C3A), con sede en Córdoba, acoge hasta el 9 de marzo de 2025 dos nuevas exposiciones individuales.
De ida y vuelta, de los artistas andaluces Alegría y Piñero (Alegría Castillo Roses, Córdoba, 1985 y José Antonio Sánchez Piñero, Chiclana de la Frontera, 1975), explora la interacción entre lenguaje, percepción y materia, con énfasis en la figura del palíndromo.
El dúo artístico, que lleva más de una década colaborando, presenta esculturas y artefactos que cuestionan la relación entre palabra e imagen. Los artistas combinan elementos ópticos y sonoros para crear obras que juegan con la simetría, la repetición y la reorganización de materiales, creando una experiencia visual y mecánica única.
La exposición incluye esculturas que abordan el palíndromo en la escultura y piezas mecánicas que utilizan elementos como el espejo y el contrapeso. También presenta Panorama móvil, una colaboración con el Colectivo Ojo Pértico, donde una estructura giratoria de 60 metros de tela genera efectos visuales en sincronía con luz, sonido y voces en off.
Obras anteriores como Doner (2016) y Cabezas autoobturadas (2015) se suman a la muestra, ejemplificando el uso de aparatos mecánicos para alterar la percepción. De ida y vuelta invita a reflexionar sobre la geometría y la repetición, mostrando cómo el retorno al punto de partida revela nuevas posibilidades creativas.
La artista argentina Mercedes Azpilicueta (La Plata, Argentina, 1981) presenta Las mesas danzantes, una instalación inédita inspirada en la figura de Amalia Domingo Soler (Sevilla, 1835 – Barcelona, 1909), divulgadora del movimiento espiritista y defensora de la igualdad de género en el siglo XIX.
Azpilicueta, conocida por sus exploraciones multidisciplinarias y personajes disidentes, utiliza los escritos de Domingo Soler como punto de partida para crear una instalación envolvente que combina esculturas tridimensionales, elementos textiles y mesas suspendidas. La exposición invita a los espectadores a deambular entre dos mundos, desafiando las fronteras entre lo real y lo imaginario. Además, una instalación sonora envuelve el espacio, proporcionando una experiencia inmersiva que trasciende lo visual para involucrar todos los sentidos.
Las mesas danzantes no sólo recupera la memoria de Domingo Soler, sino que también reflexiona sobre la historia y las propias inquietudes de Azpilicueta, creando un universo donde lo etéreo y lo espiritual cobran forma.
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