Ayer, día 8 de mayo de 2024, el Museu d’Art Contemporani de Barcelona – MACBA dio la bienvenida a Jordi Colomer. Façana Foto Festa Futur Fideus que se podrá ver en la institución catalana hasta el 24 de septiembre de 2024. Comisariada por Martí Peran, la exposición indaga de manera no cronológica ni lineal en la carrera profesional del autor catalán que recorre desde finales de los años 80 hasta la actualidad. Se trata del homenaje más exhaustivo hasta la fecha dedicado a Jordi Colomer (Barcelona, 1962) que fue el representante del Pabellón Español en la 57 Bienal de Venecia (2017), y reúne producciones llevadas a cabo en contextos concretos de ciudades de todo el mundo, con un marcado sentido performático.
Compuesta por esculturas, collages, instalaciones, fotografía, vídeo y acciones en vivo realizadas por el artista junto a varixs colaboradorxs, la muestra pretende presentar un recorrido remixado que divaga entre geografías, relatos, objetos e implicaciones del público dentro y fuera del museo. El humor y la ironía son clave en la obra de Colomer, cuyo abordaje al arte cuenta con la participación, la colectividad, las tradiciones, las citas históricas o el urbanismo. La exposición construye un ambiente «profundamente nómada», donde conviven distintos proyectos con una diversidad de recorridos en una suerte de urbanismo ambulante propio de las ferias y otras arquitecturas precarias.
En palabras de Elvira Dyangani Ose, «Quería subrayar esta capacidad transformadora que tiene tanto tu obra como la institución. Nos preguntamos ¿de qué manera podemos romper con los límites? Otro elemento a destacar en tu práctica es esta noción de entusiasmo como herramienta de transformación política. ¿De qué manera tu llegada al Museu hará que haya una transformación del mismo MACBA? ¡No te dejaremos solo con esta responsabilidad!»
Martí Peran relata su experiencia con el comisariado de la monográfica compartiendo que «dicen que si pasamos mucho tiempo cerca de los artistas aprendemos muchas cosas que nos pasarían desapercibidas. Os puedo asegurar que efectivamente es así. A veces este aprendizaje no es llano y lineal sino que te obliga a pasar por curvas. Al lado de Jordi aprendes muchas cosas y quiero agradecerle. Detrás de Jordi hay una carrera más que sólida y coherente que ha gozado de reconocimiento fuera de España. Evidentemente aquí ha encontrado cómplices y proximidad, pero el ecosistema nunca había reconocido su obra como se merecía. Me parece particularmente celebratorio este momento que consiste en una muestra tan vasta y ambiciosa justamente en Barcelona.»
La práctica de Colomer contiene varias referencias a la dimensión escénica –donde lo ilusorio y lo real confluyen en un continuo vaivén– que se articula en forma de eje discursivo, voluntariamente ambiguo, que atraviesa toda la muestra. Desde esta perspectiva se plantean varios interrogantes: ¿cómo y dónde se construyen comunidades? ¿Quiénes son sus actores? ¿Cuáles son sus temporalidades? ¿Cómo se constituyen sus imaginarios? Son algunas de las cuestiones que impregnan y comparten las distintas propuestas que conviven en la exposición.
Colomer, en clave anecdótica, habla sobre su relación personal con la institución de su ciudad natal que ha condicionado de cierta manera algunos de los fundamentos de la decisión de siquiera realizar una exposición de este carácter. «Durante muchos años vivía a 100 metros del MACBA. Es a la vez el museo de arte contemporáneo de esta ciudad y el edificio que veíamos desde el balcón de casa junto con varias celebraciones culturales y políticas que se han realizado en la plaza. Es decir, mi relación con el MACBA siempre ha sido un poco ambivalente. El MACBA es un edificio modernista que cayó en el medio del Raval y que por un lado sigue siendo un lugar de reunión y la referencia que tenemos de arte contemporáneo. A la vez ha generado un cierto rechazo por su arquitectura un poco antipática. ¡Estaba pasada de moda ya cuando lo hicimos!»
Colomer también remarca sobre la conceptualización del espacio expositivo comentando que «Es un poco Kafkiano, como cuando estás en la montaña, estás perdido y miras el mapa. Dices, ‘ya sé donde estamos. ¡Estamos allí delante!’ Me parece que esta confusión y el acto de perderse es la mejor manera de visitar esta exposición. No hay un mapa sino que la propia manera en que está organizada proporciona las condiciones para perderse. La metáfora que usamos es que coge forma de una ciudad en pequeño con callejones, muebles, edificios etc. No hay un recorrido único sino múltiple. Lo que más me hace contento de esta exposición, lo que más me ha sorprendido, es que se han multiplicado los puntos de vista respecto a lo que yo mismo pensaba de la obra.»
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