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Nothing to Hide viene a ser la tercera colaboración entre The Curators Room y el comisario neozelandés afincado en Ámsterdam Thom Oosterhof. Los artistas internacionales Calli Moore (Iowa, EEUU), John Fou (Lilas, Francia, 1983), Virginia Paradise (Sevilla, 1984), Adam Linn (Pittsburgh, EEUU, 1995) y Julia Kowalska (Radom, Polonia, 1998) son los integrantes de la exposición colectiva que canaliza la afectividad y la vulnerabilidad como eje conceptual.

La muestra se inaugura el jueves, 18 de mayo a partir de las 18h. El comisario teje una narrativa que celebra una serie de artistas que se decantan por su propia vulnerabilización en sus prácticas respectivas. Revelan sus secretos, fantasías, miedos, deseos, sus lado tiernos y sus lados duros, lo cual evidencia su sinceridad y naturaleza atrevida. 

Una serie de pinturas y dos esculturas constituyen la emocionante variedad de estéticas desafiantes y mundos interiores inquietantes que rezuman de las obras de los cinco artistas. Según el comisario, esta voluntad de apertura y la disposición de hablar desde espacios muy personales no es un rasgo tan común como pudiese parecer. Algunos creadores deciden no situar sus narrativas personales en el primer plano de su obra. En la presente muestra, tal y como sugiere acertadamente el título, no es así.

Iconografías espirituales se mezclan con momentos de ternura corporal; ricas tonalidades de lila dialogan con rosas vivos y zumbidos dorados; sublimes estallidos de color y luz danzan en paisajes abstractos; éteres brumosos ayudan a convalecer viejas heridas y espinosas realidades. 

En palabras del comisario, «Nothing to Hide retoma el hilo de la última exposición, Firestarter, que también abordaba el uso de temáticas atrevidas e intrépidas en la pintura contemporánea. También se basaba en dar protagonismo a la fuerza de los artistas y sus visiones feroces individuales. En el caso de la muestra actual, me interesa suavizar la atmósfera y emplear un criterio que favorece tonalidades más vulnerables. El concepto se inspiró en un viaje a París durante el cual visité el estudio del pintor John Fou.»

Y continúa, «me pareció iluminador entender cómo sus dibujos eran pequeños fragmentos de su mente y cómo los utiliza como una especie de terapia personal. Ilustran un momento emocional concreto o un recuerdo crudo que se encuentra plasmado en el lienzo. Cuando se ven las obras por primera vez, puede que lo que más destaque sea la estética. Entonces, cuando se desvela el concepto, salen a la luz otras facentas afectivas. Me fascinó la manera en que algunos artistas se muestran en sus momentos más vulnerables y ponen sus exploraciones en el dominio público. Lo hiperpersonal me parece admirable.»

En cuanto a los otros artistas participantes, relata: «Adam Linn recurre en gran medida a la distorsión. Al principio puede resultar difícil discernir el contenido, que irónicamente juega con el concepto y el título de la exposición: no hay nada que ocultar, pero al mismo tiempo oculta cosas, lo cual nos invita a mirar más allá de la superficie. Calli Moore reside en Nueva York y es conocida por su obra muy etérea, impregnada de espiritualidad y centrada en prácticas meditativas. En última instancia son una especie de exorcismo. Ella intenta vaciarse de temas incómodos de su interior, lo que se aprecia en los gestos y el uso de la luz y el color.”

«Julia Kowalska es una artista polaca y su obra es puramente íntima. Hay una ternura en las dos figuras que se abrazan; una cualidad etérea que pone a prueba los umbrales —dónde empieza uno y acaba otro— lo cual pone de relieve las conexiones energéticas, así como el tacto, el intercambio y la fisicidad. Virginia Paradise es una joven artista española que aporta un aspecto escultórico al espacio con dos piezas de cerámica esmaltada un tanto dentelladas que no sugiere necesariamente una suavidad, sino cualidades menos atractivas que tendemos a ocultar como seres humanos.»

Se podrá ver la muestra hasta el 15 de junio de 2023.