La capital de la Comunitat Valenciana ha ofrecido una selección intrigante de aproximaciones a la cultura contemporánea mediante sus museos, centros de arte, galerías y otras plataformas. Dichas aproximaciones se expanden por toda la ciudad; cada barrio cuenta con sus sedes de arte diferentes y únicas. exibart.es viaja a València y destacamos 4 exposiciones que aún se pueden ver en sus instituciones variadas e idiosincráticas.
Bombas Gens – Centre d’Art recopila anualmente una programación estimulante que bebe, en la mayoría de los casos, de la Col·lecció Per Amor a l’Art que pertenece a la Fundació del mismo nombre. En una exposición comisariada por Julia Castelló, Sandra Guimarães y Vicent Todolí -organizada en dos partes dentro del marco de la serie de exposiciones Sculpting Reality. L’estil documental en la Col·lecció Per Amor a l’Art- Anthony Hernandez (Los Ángeles, 1947) coge protagonismo.
Es la primera muestra con la cual se topa al entrar en el espacio expositivo. Se trata de un relato generado a partir de 41 fotografías de la Col·lecció que realizó el autor en 1984 en Rodeo Drive; la calle que sirve como epítome del capitalismo, la moda, la apariencia y el estatus. Las fotografías a menudo pertenecen al estilo ‘cándido’ y por lo tanto poseen una frescura cruda, confrontacional y documentalista. Con ternura, ironía y humor, retrata esta calle muy recorrida donde confabula una diversidad de clases, expresiones y estéticas. Evidencia las divisiones sociales y raciales entre entes que confluyen en esta vía. Estas resuenan con las problemáticas generales contra las cuales aún lucha el país entero.
Luego, ocupando las dos grandes salas del centro, Irma Blank (Celle, Alemania, 1934) expone un gran recorrido de su carrera con obras de los años 60 hasta una selección de su producción de los últimos años. Su sensibilidad por la palabra y el dibujo se plasma plácidamente en un repertorio que establece conexiones intrincadas entre el lenguaje, la escritura y la escucha. Libretas, dibujos, cuadros, instalaciones y piezas sonoras y audiovisuales llenan las salas con sutilezas que adentran el público en su interés en cómo las insistencias y repeticiones cambian nuestras relaciones con el significado, la connotación y la fisicalidad del lenguaje.
El artista Guillermo Ros (Vinalesa, 1988) ha intervenido de manera muy literal en la Galeria G6 del IVAM. Partiendo de la relación que suele tener el artista con la institución artística, propone un acto rebelde y revoltoso que despoja las complejidades entre el artista contra sí mismo y contra las plataformas que forman parte del tejido cultural. Con un aire severo pero a la vez juguetón y travieso, deja que unas ratas enormes invadan el espacio, derribando las columnas que sostienen la institución.
En las palabras de la comisaria Núria Enguita, la exposición se centre en la misma violencia «que genera cualquier proceso de creación artística, una violencia cultural que legitima, justifica y promueve la idea de autoexplotación como necesidad personal para el artista, que vive muy frecuentemente en la precariedad.» Por este motivo, Ros resume casi bélicamente las problemáticas que se enfrentan los que se dedican al sector cultural. Acaba siendo un homenaje al estilo ‘no future’ procedente de una generación entera de creadores que emplea una estética y tono inspirado en el mundo digital, los videojuegos y el apocalipsis tecnológico.
Pamen Pereira (Ferrol, 1963) nos aproxima a sus estudios del objeto, el misticismo, la poesía y lo oculto en su gran muestra acogida por el CCCC. Aunque los intereses pueden caer levemente en el etnofetichismo, designando su estancia en la «África Negra» como una «vuelta a los orígenes que supone el continente africano», el conjunto proviene sobre todo del mundo interior de la artista.
A modo de wunderkammer o museo de ciencias naturales, coloca sensiblemente objetos que proceden de la naturaleza y de sus experiencias espirituales con ellas. Las piezas fueron creadas expresamente para la ocasión de la exposición y contiene cuatro instalaciones de gran formato, entre otras intervenciones pequeñas y matizadas que abarcan posibles relaciones mágicas que trascienden lo científico.
Explora los roces, las fricciones y conflictos -aunque de manera convencional- de las fenomenologías dicotómicas como lo efímero y lo estable, lo estático y lo inquieto, lo banal y lo sublime. Genera un atmósfera demasiado familiar, con reminiscencias muy agudas con la obra de Fina Miralles.
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