Fabra i Coats: Fàbrica de Creació de Barcelona presenta exposición Amable informal, comisariada por Pilar Cruz, se inaugura el 17 de enero y estará disponible hasta el 6 de julio. La muestra colectiva cuenta con la participación de lxs artistas Bárbara Sánchez Barroso (Lleida, 1987), Blanca Gracia (Madrid, 1989), Enrique Radigales (Zaragoza, 1970), Fito Conesa (Cartagena, 1980), Irene Pe, Julia Puyo (Zaragoza, 1988), Luz Broto (Barcelona, 1982), Marc Herrero (Barcelona, 1977), Radia Cava-ret (Samu Céspedes, Patricia Del Razo, Violeta Ospina Dguez i Yazel Parra Nahmens), Tau Luna Acosta (Medellín, 1989), Xesca Salvà (Mallorca, 1978) y Marc Villanueva (Barcelona en 1992). La muestra explora la amabilidad como una práctica crítica y necesaria en el presente.
Lejos de las formas tradicionales de cortesía, la amabilidad aquí se presenta como un acto de resistencia que desactiva el poder y crea espacios para lo múltiple. En palabras de la curadora, «ensanchar los territorios de la amabilidad es una tarea crítica del presente», un esfuerzo por reconocer a todos los sujetos como dignos de existir en sí mismos. Aunque no todas las piezas seleccionadas no fueron concebidas originalmente con esta temática ni ex profeso para esta muestra, la curadora ha recuperado y convocado las obras para establecer un diálogo simbólico, cuidado y táctil que atraviesa el espacio expositivo.
El recorrido comienza con Our Own Path Remains de Fito Conesa, una instalación sonora inspirada en Tabula rasa de Arvo Pärt. La obra toma como referencia el reinicio radical del compositor tras una crisis creativa y propone un “borrón y cuenta nueva” para abandonar prejuicios y categorías preconcebidas. En el centro de la instalación, una concha acústica actúa como un dispositivo para la escucha profunda, invitando a los espectadores a una experiencia perceptual al adentrarse en la oscuridad sonora generada por la estrucutra de la pieza. Este portal hacia una nueva amabilidad genera un espacio para replantearnos nuestro lugar en el mundo y, con ello, para reconocer la singularidad de los otros.
Por su parte, Antidotum Tarantulae de Blanca Gracia presenta un desfile carnavalesco de personajes disidentes inspirados en la “muerte cívica” medieval, una condena que marginaba a los inadaptados al bosque. La obra celebra a estos seres como símbolos de libertad en los márgenes, lejos de la sociedad hiperproductiva actual. A través de un audio que incluye un fragmento de El derecho a la pereza de Paul Lafargue, Gracia nos transporta a ese bosque de exclusión convertido en refugio de amabilidad, donde las imposiciones sociales se desvanecen y surge una afirmación orgullosa de las diferencias.
Ambas obras, ubicadas en un mismo espacio compartido, dialogan entre sí gracias a un diseño expositivo que alterna su activación. Las piezas han sido programadas de tal manera que, cuando una está activa, la otra permanece en silencio, y viceversa. Este gesto no solo subraya la importancia de la reciprocidad entre las instalaciones, sino que también sirve como una metáfora de una convivencia amable y la capacidad de escuchar al otro.
A continuación, encontramos Un CUERPO doliente en un MUNDO herido de Irene Pe, una serie de piezas mixtas basadas en poemas que la artista escribió al inicio de su enfermedad crónica. Estas obras representan diversas etapas del duelo, la aceptación y la exploración de su condición, y a su vez trazan un paralelismo con el mundo, también herido por las violencias del capitalismo. La pieza resuena con una visión anticapacitista y antiutilitaria, postulándose como un recordatorio de que debemos habitar el presente con amabilidad hacia nosotros mismos y hacia los demás.
En Latencia de Tau Luna Acosta, el visitante se conecta a un sensor cardíaco que ilumina un mapa bordado de regiones colombianas marcadas por la violencia. Cada luz corresponde a un asesinato documentado en estos territorios, y el ritmo del corazón del visitante activa el recuerdo de esas vidas. La obra también incluye un video y un fanzine que documentan el proceso de duelo y memoria. La obra subraya la importancia de la reparación y el reconocimiento para reiniciar la convivencia tras un escenario de violencia extrema.
En la segunda planta nos encontramos con Sensowifi de Enrique Radigales, un banco escultórico que emite sonidos basados en los movimientos del visitante. Estos sonidos recuerdan el “clicking” que utilizan las plantas para comunicarse y, al mismo tiempo, incluyen exhalaciones y composiciones barrocas deformadas que eliminan cualquier asociación reconocible, que evocan una especie de comunicación prelingüística. La pieza invita a activar la atención sensorial y explorar formas de conexión más allá de la palabra, proponiendo una comunicación atenta con el entorno que nos rodea.
Los nudos que anudamos de Bárbara Sánchez Barroso, por su parte, documenta una acción performativa en la que los participantes caminan en silencio atados con una cuerda, obligados a comunicarse de manera no verbal y a adaptarse al ritmo del grupo. La obra subraya nuestra interdependencia, tanto entre nosotros como con el entorno, y destaca que «para convivir y sobrevivir, tenemos que ser más comunidad colaboradora que individuos dominantes».
En la pieza El pensament salvatge de Xesca Salvà y Marc Villanueva, se inoculan microorganismos provenientes de las manos de los visitantes en una placa de Petri. Estos microorganismos crecen, formando un planeta, un ecosistema simbólico que cuestiona las jerarquías comunicativas y nos invita a replantear nuestra relación con lo vivo. Según Villanueva, «una cosa que es muy chula de la pieza es pensar quiénes son los microorganismos que crecerán aquí, ya que la gracia es que no tenemos ni idea, pero sí que sabemos que lo que crecerá será lo que sea que llevemos adherido a nuestras manos al activar la pieza».
Por otro lado, Degrowth de Julia Puyo utiliza tubos de cobre para escribir la palabra, material fundamental para la electrónica y la industria, para reflexionar sobre la velocidad del sistema productivo. Pilar Cruz afirma que «la obra entrega el mensaje de reducir la velocidad antes que hacer una frenada en seco para poder sobrevivir», una invitación a devolverle al planeta la amabilidad que este nos ha mostrado como hogar y posibilitador de nuestra existencia tanto material como inmaterial.
El recorrido también incluye (Orquesta vacía) Karaoke inmigrante del colectivo Radia Cava-ret. Este proyecto utiliza el formato del karaoke para explorar temas como el racismo y las políticas migratorias. Según Cruz, «el karaoke es un lugar de amabilidad por excelencia, es de esos pocos lugares donde uno va a celebrar lo mal que lo hace». Aquí, las escasas habilidades de los participantes (en el caso de que sean escasas) se convierten en motivo de celebración, y la convivencia festiva se da de forma espontánea.
Finalmente, Contactar cristales enfrentados de Luz Broto conecta ventanas de distintos puntos de Barcelona mediante un gesto de proximidad simbólica. La artista identifica dos ventanas enfrentadas en algún punto de la ciudad, contacta a sus dueños —amigos, conocidos o desconocidos— y les propone retirar ambas para unirlas físicamente con sus superficies exteriores en contacto directo. Las ventanas originales se sustituyen por cristales nuevos. Este gesto refuerza la idea de que el espacio urbano puede ser un territorio para la convivencia y el reconocimiento mutuo, una invitación a crear vínculos en un mundo fragmentado.
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