Del 1 de diciembre de 2024 al 9 de marzo de 2025, la Fundación Cerezales Antonino y Cinia acoge la exposición Contar Rutinas, un recorrido por las cuatro décadas de práctica artística de Ana Amorim (Sao Paulo, 1956). Bajo el comisariado de Jorge Blasco Gallardo (Barcelona, 1972), esta muestra reúne 23 obras en diversos formatos que exploran el compromiso inquebrantable de Amorim con la observación y narración de su realidad cotidiana.
La exposición se centra en dos pilares fundamentales de la obra de Amorim: sus Mapas Mentales, dibujos y bordados que documentan diariamente sus vivencias desde la década de los 80, y sus performances Contar Segundos, donde registra minuciosamente el paso del tiempo en escenarios cargados de significado. Estas prácticas revelan una metodología disciplinada, marcada por el acto repetitivo como forma de resistencia y como herramienta de reflexión sobre el impacto del tiempo en la vida y la historia.
La artista concibe el arte como una extensión de su existencia. En 1988, inició su Proyecto Performance de 10 Años (1988-1997), un ejercicio de documentación diaria que consistió en la creación de mapas mentales al final de cada jornada. Estos registros, realizados en cuadernos con materiales económicos, se transformaron posteriormente en las denominadas Grandes Telas, piezas de gran formato que condensan las experiencias de un año completo. Aunque el proyecto estaba destinado a concluir en 1997, la artista decidió prolongarlo indefinidamente, convirtiéndolo en una práctica vitalicia.
Este ejercicio rutinario va más allá de una simple acumulación de información. La idea de rutina, inicialmente una herramienta de estructura, se convirtió en el eje central de su práctica artística y su filosofía de vida.
En su ensayo curatorial, Blasco describe las performances de Contar Segundos como «la política de someterse a la rutina rebelde de contar por contar». Estos actos performativos consisten en registrar trazos horizontales que representan segundos en cuadernos y hojas de papel. Al realizar estas acciones en espacios simbólicos, como lugares de conflicto o acontecimientos históricos, Amorim da voz a las injusticias y tensiones de nuestra realidad contemporánea.
La obra de Amorim también incorpora elementos autobiográficos y políticos. En piezas como NOT IN MY NAME, iniciada tras los ataques del 11 de septiembre de 2001, la artista utiliza el acto de contar para expresar una protesta silenciosa contra las decisiones políticas que perpetúan la violencia. Este enfoque, lejos de ser meramente meditativo, funciona como una forma de denuncia activa y documentación de las tensiones sociales.
Las creaciones de Amorim oscilan entre mapas, diarios y catálogos, construyendo lo que el curador describe como «contabilidades sin fin». Las obras de Amorim parecen extenderse más allá de sus límites físicos. Esta sensación de expansividad se combina con la insistencia en lo cotidiano, recordando que las pequeñas acciones también tienen un impacto duradero.
El diálogo entre archivo y repertorio encuentra eco en los libros y hojas de Contar Segundos. Estos no sólo son objetos, sino también registros performativos que documentan la interacción entre el cuerpo de la artista y su entorno. Este enfoque subraya la importancia de la repetición como una forma de memoria cultural y resistencia frente a la fugacidad de nuestra era.
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