Gonzalo Juanes, 'Calle Serrano', Madrid, 1965. Recuperado de la web del Centro Niemeyer.
La exposición Una incierta luz del fotógrafo asturiano Gonzalo Juanes (Gijón, 1923 – 2014) se encuentra disponible desde el 14 de marzo y se podrá visitar hasta el 15 de junio en la Sala de Fotografía del Centro Niemeyer. Comisariada por el fotógrafo y periodista Chema Conesa, la muestra retrospectiva aborda un recorrido atemporal por la vida del fotógrafo pionero en el uso del color en la fotografía documental.
Una incierta luz fue originalmente organizada por la Consejería de Cultura, Turismo y Deporte de la Comunidad de Madrid y formó parte de la Sección Oficial de PhotoESPAÑA 2024, en la Sala Canal de Isabel II, donde se rindió tributo a la trayectoria de Juanes antes de su actual presentación en el Centro Niemeyer.
Juanes participó del grupo AFAL (Agrupación fotográfica almeriense) como amigo, colaborador y teórico de los postulados que renovaron el lenguaje de la fotografía documental española del siglo XX. No realizó muchas muestras públicas de su producción fotográfica, sino que prefirió centrarse en su labor como escritor, crítico y analista de obras publicadas por grandes fotógrafos de de época, desde Cartier Bresson a Richard Avedon. Por esta razón su corpus de obra permaneció en gran parte oculta hasta que, a sus ochenta años, fue reconocida gracias a una exposición realizada en Gijón.
Juanes fue un fotógrafo callejero, retrató a los transeúntes de Gijón durante sus jornadas diarias, bajo el formato del foto reportaje como forma de registro documental de la realidad. En sus comienzos fotografiaba en blanco y negro, pero a principios de los años 60 comenzó a hacer uso de la película Kodachrome, decantándose finalmente por la fotografía a color. El color le permitió hacer otro tipo de registro, a través del cual forjó su propia identidad, generando imágenes reflexivas, meditadas y líricas en series dedicadas a la geografía asturiana y a sus habitantes.
En palabras del comisario: «Asturias, sus paisajes y sus gentes son el eje emocional de este silencioso creador, empeñado en plasmar en su fotografía fugaces momentos de lirismo en tono menor».
Aunque la mayor parte de su obra la realizó en Gijón, su trabajo más reconocido es una serie desarrollada en Madrid en 1965, en la calle Serrano, donde realizó un retrato urbano de la burguesía de la capital. La etapa final de su trabajo refleja su vejez en forma de decadencia física y aislamiento, a través de paisajes y objetos donde exhibe una gran sensibilidad poética.
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