HITOMI, que en japonés significa «pupila», es el nombre de la ópera prima de la directora graduada en ESCAC Victoria Ioudina, que se inauguró el pasado día 10 de noviembre en el LAB 36 (Barcelona) en el marco del Festival de videocreación LOOP Barcelona, y que podrá verse hasta el 22 de diciembre.
Se trata de una experiencia inmersiva que lleva al espectador a las salas de un cine de época que, a pesar de estar deteriorado y abandonado, vuelve a funcionar por última vez, a través de la intervención de un hombre un poco extraño. Esta excepción permite a la protagonista HITOMI ver proyectadas en la gran pantalla las imágenes almacenadas en su subconsciente. Este recorrido introspectivo por sus recuerdos más íntimos realiza el sueño de la madre que, estando a punto de perder la vista, desea ir a una sala de cine antes de que se convierta en un contexto obsoleto.
Victoria Ioudina nos muestra este espacio como un lugar lejano históricamente de nosotros, ya caído en el olvido y que, habiéndose convertido casi en una ruina arquitectónica, solo se puede apreciar como si fuese un museo o una galería de arte. La instalación artística, una pieza audiovisual híbrida, a medio camino entre el videoarte y el cortometraje, nos conciencia de como la dimensión del cine es cambiante y camaleónica, dado que, desde afuera se nos presenta como una ruina pero, una vez dentro, la máquina cinematográfica vuelve a funcionar. El objetivo es plantar en los visitantes el semen de una reflexión, transmitiéndoles una sensación fantasmagórica o sea, la que ellos serán los últimos a disfrutar de este lugar, que volverá a pudrir, tan pronto como se marchen.
El personaje que vuelve a dar vida al polvoriento proyector del antiguo cine representa quizás el reflejo de una figura que la directora conoció a medida que finalizaba el corto, que trabajó durante treinta y cinco años proyectando películas en el primer cine de Catalunya, el Cine Sala Mozart, hasta su cierre. Por otro lado, en los pueblos del Maresme, de donde procede la directora solo hay una media de tres cines cada aldea y no uno para cada día del año, como ocurre en Barcelona, según cuenta el mismo hombre.
Siendo graduada en cine y especializada en producción, Loudina afirma sostener la evolución, es decir la difusión del cine también en las plataformas digitales, gracias a las nuevas tecnologías. Sin embargo, no tenemos que olvidar que el cine tiene más de cien años de historia, que se ha sucedido en gran medida en las salas, gracias al apoyo directo de las miradas de los espectadores allí presentes.
En definitiva, este proyecto ha representado para ella no solo una forma de protesta, sino incluso una motivación personal que le ha ayudado a quitar el polvo que se había acumulado por encima de la razón por la que estudió cine y por la que sigue ahora viviendo por él: para mantenerlo vivo a su modo.
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