L’Ombra sota la parpella. Anatomia del cos excèntric, se podrá visitar a partir del 6.10.23 hasta el 28.01.24 en el Bòlit-Sant Nicolau, Centre d’Art Contemporani de Girona. Bajo el comisariado de Ingrid Guardiola, Pep Admetlla (Girona, 1962) nos da una lección sobre cómo, hoy en día, las interfaces digitales que modulan y condicionan nuestra mirada, son cada vez más transparentes, más disueltas, y menos evidentes.
Admetlla vuelve al panóptico, un dispositivo que Dante lo utilizaba en el S. XIV para describir el infierno, y que el filósofo y jurista, Jeremy Bentham, lo popularizó en el S.XVIII para construir un eficiente modelo de cárceles. Este proyecto también le sirvió al filósofo Michael Foucault para hablar de las instituciones disciplinarias del S. XIX en su famoso libro Vigilar y castigar (1975); gracias a la arquitectura del panóptico, solo se necesita un vigilante para todos los presos, ya que el prisionero no puede saber si lo están vigilando o no, y de esta manera, debería ser un “sentimiento de omnipresencia invisible”.
En el S. XX, el panóptico se convirtió en un espectáculo con The Wall of Death a Coney Island; además de ser la base de 1984 (1949) de George Orwell, una distopía política protagonizada por el “Hermano Mayor” e inspirada en el totalitarismo. En el pasado siglo, este dispositivo, también pasó a ser una herramienta social, convirtiéndose en una extensa trama de televisores, cables, satélites y ordenadores; mientras que en el S. XXI se pone en nuestros bolsillos con los teléfonos móviles, la fibra óptica y el “capitalismo de vigilancia” o, el que algunos también llaman, data driven capitalism (capitalismo orientado a los datos). En este giro del capitalismo, la vigilancia opera a través de bits de información que conforman neuroestímulos en una vida siempre conectada (en línea). Herramientas como el Neuralink de Tesla o ámbitos como el de la inteligencia artificial, interactúan con nuestros cerebros y, hasta un punto, nos modulan su circuito eléctrico y todo su potencial.
Ya no queda rastro de todos los elementos físicos y teatrales que hay en juego en el ejercicio de observar y ser observado por otro; ahora, hemos pasado a la disciplina del control difuso. Por este motivo, Pep Admetlla quiere volver a trasladar la representación del ojo en el teatro, subrayando la analogía que hay entre los dos elementos, desde el punto de vista de su arquitectura, como desde los elementos físico-químicos y neurológicos que actúan.
El conocimiento lo adquirimos, cada vez más, lejos de la experiencia corpórea, en un régimen básicamente abstracto y digital. Si Juhani Pallasmaa en La mano que piensa analizaba la esencia de la mano y su papel fundamental de las habilidades, la inteligencia y nuestras capacidades conceptuales, ¿Qué efecto tendrá sobre nosotros el hecho de delegar estos elementos esenciales a las interfaces digitales? ¿Qué consecuencias va a tener a largo plazo el hecho de vivir en cuerpos digitales?
Pep Admetlla, a partir de sus peculiares lecciones de anatomía, hace de la visión, arquitectura y cuerpo, un espacio de diálogo. La exposición también plantea el espacio expositivo como una pausa a la vida en línea, como un posible teatro anatómico, vivo y transitable, un lugar de reunión y conocimiento.
Viernes 20.10.23 a las 18 h.
Sábado 13.01.24 a las 12 h
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