Vista de la exposición ‘Posar el dit a l’ull’’ del artista Lluís Hortalà en Espais Volart de la Fundació Vila Casas, Barcelona. Recuperado de la web de la Fundació Vila Casas.
La exposición Posar el dit a l’ull [Poner el dedo en el ojo] de Lluís Hortalà (Olot, 1959) se presenta en los Espais Volart de la Fundació Vila Casas, en Barcelona, del 19 de febrero al 13 de julio de 2025. Bajo la curaduría de Teresa Grandas, la muestra invita al público a explorar las tensiones entre apariencia y realidad, entre artificio visual y percepción crítica. El recorrido conecta reflexiones esenciales de la obra del artista, cuestionando los límites del conocimiento, la visualidad y las estructuras culturales y políticas que moldean nuestra manera de interpretar el mundo. Se incluye una amplia selección de obras, entre las que destacan algunas que fueron concebidas específicamente para este proyecto, junto con piezas clave de su trayectoria.
El trabajo de Hortalà se caracteriza por un enfoque profundamente reflexivo, donde la tradición pictórica se combina con un análisis crítico de los mecanismos del poder y la percepción. Su dominio del trompe-l’œil, perfeccionado en la academia Van Der Kelen-Logelain de Bruselas, trasciende el virtuosismo técnico para convertirse en un medio conceptual que examina las conexiones entre estética y política, mediante un juego irónico sobre la apariencia, la aceptación del engaño o la réplica de la realidad. Hortalà utiliza la mirada como herramienta de cuestionamiento, desafiando las certezas aparentes y proponiendo una reflexión sobre las estructuras culturales que moldean nuestra percepción de la realidad. En sus obras, los artificios visuales no buscan simplemente engañar a lxs espectadorxs, sino involucrarlxs en un diálogo crítico que pone en juego nociones de verdad, memoria y representación.
La muestra se abre con Échafaud (Mundus muliebris) (2016-2024), una escalinata que reflexiona sobre el uso histórico del mármol como símbolo de poder y ostentación, transformando este material en una metáfora visual. Continúa con Into the thin air (2001), un papel pintado que fragmenta la imagen del Everest mediante un patrón de agujeros, Hortalà nos invita a cuestionar la accesibilidad de la experiencia visual y su conexión con la memoria personal del artista como alpinista.
Entre las obras más representativas se encuentra Ante la ley (Spanish room) (2018-2020), una pieza que reproduce la «Spanish Room» de la National Gallery de Londres vacía, jugando con la noción de la ausencia como elemento discursivo. Asimismo, Nuremberg. La història sempre es repeteix dues vegades (2022-2025) reinterpreta la simbología de los juicios de Núremberg, explorando las contradicciones inherentes entre ley y barbarie. En Encore un moment, monsieur le bourreau, encore un moment (2017-2018), el uso de elementos arquitectónicos como chimeneas rococó y neoclásicas evidencia tensiones entre estilos y sistemas de poder.
El tema del artificio se intensifica en piezas como Guillotina (Louvre) (2017-2019), donde Hortalà subvierte la función tradicional de los elementos arquitectónicos. En No se ve nada (Prado) (2022-2023), el trompe-l’œil desplaza la percepción del espacio con un zócalo que obstaculiza el paso, desafiando los límites entre pintura y escultura. Por otro lado, en All the mountains that I have climbed (1999), el artista transforma su memoria alpinista en una obra escultórica de barro sin cocer, sugiriendo una conexión íntima entre tacto, percepción y recuerdo.
En la exposición también destacan piezas como Postals de Montserrat (2009-2010), una serie de postales que reconfiguran la topografía de esta icónica montaña catalana, y Lanterne chinoise i Escargot (2023-2024), inspiradas en los Rotoreliefs de Duchamp, pero reinterpretadas con la densidad y el peso del mármol. Finalmente, el proyecto incluye la instalación Camí de l’arrel. Montserrat (2009-2010), que revela los procesos técnicos detrás de la creación artística.
En palabras de Teresa Grandas: «El trabajo de Lluís Hortalà tiene mucho de enojo saludable que nos obliga a volver a mirar, que no quiere anestesias, que juega con nosotros. Más allá de maneras de hacer, es un gran trompe-l’œil, un artificio conceptual que nos plantea la trampa y la ilusión para hacernos ver aquello que no es. Lejos de hiperrealismos, es un proyecto intelectual en el que la pintura se entiende como pensamiento y lenguaje, como tecnología y medio de conocimiento. Hace contemporánea una estructura técnica de virtuosismo pictórico, un anacronismo que transforma en una herramienta para repensar el presente. Es un juego de verdad y mentira, que engaña al ojo en una tensión entre quien mira y aquello que es mirado. Sin embargo, no se trata solo de mirar, sino de comprender, de activar una mirada crítica».
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