The Last Slice se trata de una exposición colectiva que se puede ver en la plataforma madrileña, Badr El Jundi, hasta el 27 de julio de 2023. Reúne el trabajo de ocho artistas internacionales —Alma Berrow (Londres, 1992), Tania Blanco (València, 1978), Holly Halkes (Londres, 1993), Maïa Regis (París, 1995), Iván Forcadell (Alcanar, 1993), Kat Lowish (Nueva York, 1990), Coline Marotta (Biarritz, Francia, 1991) y Lena Christakis (Nueva York, 1997)— y aborda las maneras de mostrar los enfoques y sus diferentes visiones en torno a la comida; desde la industrialización alimentaria, hasta la exploración de los comportamientos humanos.
The Last Slice interpreta el acto de la comida como un acto social alrededor de una mesa. Como un episodio que se convierte en un momento histórico. Como una reunión de personas, familiares, conocidos en una vida cotidiana. Una referencia al tradicional bodegón. La comida como la vida es un ciclo que empieza y acaba. ¿Y qué valor espacio/tiempo le estamos dando? Haciendo referencia al título de la exhibición, The Last Slice, recoge un momento de reunión alrededor de la comida: amigos, familia, disfrutan de la comida, de una buena conversación en torno a la mesa.
La artista británica, Alma Berrow, sabe jugar bien con el concepto de la comida, ya que sus esculturas de cerámica en forma de vegetales, nos recuerdan al bodegón tradicional, añadiendo relieve y textura en forma de objeto de uso diario, como es una lámpara. Con el mismo concepto de naturaleza muerta trabaja la artista estadounidense Lena Christakis en sus obras vemos objetos representados de manera escasa, en entornos indefinidos.
Tania Blanco, presenta una serie de esculturas-pinturas, que simbolizan productos alimentarios. A través de sus obras, cuenta historias alrededor del tema de la comida, desde un punto sociopolítico en el que cuestiona el origen e impacto que producen los alimentos procesados, que adquirimos en las cadenas de supermercado y grandes superficies comerciales. Además hace referencia a los embalajes o packaging de estos productos, presentados con una imagen cuidada, que son retocados para aparentar ser más naturales y frescos. Para la artista estadounidense Kat Lowish contar historias siempre ha estado en el centro de su práctica artística. Amante del teatro y la interpretación. Lowish imagina historias que no tienen un desenlace concreto. Sus obras representan escenas que cuentan historias. Pinta para crear intriga e interrogantes y otorga al observador la libertad de continuar o concluir su propia historia.
Para Iván Forcadell el campo y el folclore, son característicos de su estilo fresco y colorido. Sus obras nos muestran tradiciones, momentos y vivencias. Creando un espacio social alternativo caracterizado por la libertad y la abundancia de interacciones sociales, se encuentran las obras de Holly Halkes, la artista británica sitúa estas escenas entre la vida real y la fantasía, jugando un toque de humor, que nos lleva reflexionar sobre nuestra propia identidad. Su relación con la comida es como una verdadera tragicomedia caótica, donde el tiempo y el espacio quedan suspendidos, casi cristalizados en el gesto de una mano que intenta salir.
Las pinturas expresionistas de Coline Marotta representan un ambiente de tranquilidad, consuelo y reconciliación. Marotta opta por investigar nuestras actividades cotidianas y comunes. En sus obras muestra personajes contemplativos, que se encuentran abrazados o tendiendo la mano, añaden una intimidad a los espacios familiares que habitan. Contrariamente hallamos las obras de Maïa Regis en este caso sus obras son asociadas a ruidos, diálogos callejeros y sensaciones táctiles que enlazan con una dimensión cinematográfica. Proceden del disfrute del color, de los impulsos musicales de todos los estilos, del deambular por mercadillos llenos de comida y olores. Sus cuadros representan un mosaico de imágenes contemporáneas, inspiradas en experiencias vividas o extraídas de los medios de comunicación, la música o el cine.
