Visitantes delante de 'Catedral debacle' de Aldo Urbano, en el estand de Bombon Projects. Cortesía de IFEMA y ARCOmadrid.
La 44ª edición de ARCOmadrid abrió sus puertas ayer en los pabellones de IFEMA, consolidándose una vez más como una de las principales citas del arte contemporáneo en Europa. Sin embargo, a pesar de que la sección comisariada de este año a cargo de María Wills y Denilson Baniwa centra su mirada en el Amazonas, reivindicando el arte indígena y las posibilidades de un futuro sostenible, la feria en su conjunto carece de propuestas que desafíen abiertamente las cuestiones políticas urgentes de nuestro tiempo.
Paseando por los pasillos de ARCO, la sensación es que los grandes retos globales —entre ellos, la guerra en Ucrania, el genocidio palestino, la hegemonía de un pensamiento de derechas, extractivista y neoliberal, el inquietante eje geopolítico entre Estados Unidos y Rusia capitaneado por Trump y Putin, el tecnocapitalismo y la hipnocracia impuesta por los oligopolios digitales— quedan relegados a un segundo plano, casi como si fueran ecos lejanos.
Pero, ¿qué otra cosa se podría esperar de una feria cuyo objetivo principal sigue siendo el comercial? En un entorno donde el arte se entrelaza ineludiblemente con el mercado, quizás sea ingenuo esperar que mensajes de reivindicación política y cuestionamiento estructural resuenen con la fuerza que exigen estos tiempos. Cuando las lógicas del consumo imponen su hegemonía, las miradas tienden a esquivar lo incómodo, a deslizarse con rapidez sobre aquello que interpela demasiado directamente.
En esta edición, la pintura domina los stands sin importar la trayectoria o procedencia de las galerías. Si bien este predominio responde en parte a un retorno triunfal y generalizado a la pintura dentro del panorama artístico contemporáneo, también es un reflejo de una necesidad declaradamente mercantil. En contraste, la presencia del videoarte es casi anecdótica, confirmando su posición como el gran ausente de esta edición, una tendencia que se viene consolidando en los últimos años.
Entre los puntos a destacar, cabe subrayar la fuerte presencia de galerías latinoamericanas. Según datos oficiales de la feria, el segmento internacional representa el 67% de la oferta total, con un 32% de este porcentaje ocupado por galerías de América Latina, con especial representación de Brasil y Argentina. En este sentido, ARCOmadrid sigue reafirmando su papel como puente privilegiado entre la escena artística latinoamericana y el mercado europeo.
Entre las propuestas más notables provenientes de Argentina, destacan los stands de Rolf Art, que presenta obras de Marcelo Brodsky (Buenos Aires, 1954), Mapa Teatro (fundado en 1983 por lxs hermanxs colombianxs Heidi y Rolf Abderhalden) y Roberto Huarcaya (Lima, 1959), entre otrxs. También sobresale el proyecto individual de obras inéditas de Osvaldo Lamborghini (Buenos Aires, 1940 – Barcelona, 1985) en la galería Del Infinito. Por otro lado, merece mención el estand de la galería estadounidense de dueño venezolano, Henrique Faria, donde destacan las piezas de Eduardo Kac (Río de Janeiro, 1962) y Anna Bella Geiger (Río de Janeiro, 1933)–esta última también parte de la sección comisariada Wametisé: ideas para un amazofuturismo, en la que coincide con Mapa Teatro.
El primer día de apertura profesional ha estado marcado por una alta afluencia de público, lo que parece augurar un éxito de asistencia cuando la feria abra oficialmente al gran público mañana, día 7. A continuación, proponemos un enfoque centrado en lo más destacado de las galerías españolas, con algunas de las obras más relevantes vistas en los dos pabellones.
Un año más, la sección Opening. Nuevas Galerías, comisariada por Cristina Anglada y Anissa Touati, pone el foco en las galerías emergentes con menos de siete años de trayectoria. Entre las 18 propuestas participantes, destaca sin duda la obra Fuimos las flores IV de la artista Maya Pita-Romero (Madrid, 1999), presentada por la galería El Chico (Madrid). Compuesta por piezas flotantes que combinan látex y textiles, esta obra refleja perfectamente la investigación formal y conceptual de la artista, que se inspira en una «convicción post-natural».
Maya Pita-Romero explora las intersecciones entre la tecnología, el cuerpo y el entorno, siempre con un enfoque en las mutaciones de los ecosistemas. Sus esculturas e instalaciones, que incluyen e menudo materiales orgánicos, se convierten en híbridos que, al igual que la naturaleza, se protegen y regeneran. Con una mirada hacia el cuidado y las herencias familiares, la obra de Maya plantea un discurso profundo sobre las relaciones entre el cuerpo, el entorno y los procesos de transformación, posicionándola como una artista emergente a tener en cuenta.
Dentro del stand de la galería Bombon Projects (Barcelona), que también presenta obras de artistas como Lara Fluxá y Eva Fabregas, la propuesta individual de Aldo Urbano (Barberà del Vallès, 1991) se perfila como una de las más destacadas de esta edición. Su obra Catedral debacle toma como base el tarot de Marsella y lo reinterpreta a través de su propio imaginario pictórico. El título hace referencia al juego de cartas como una «catedral portátil», en palabras del artista, un refugio simbólico, al tiempo que alude al caos y las crisis personales y colectivas que atraviesan nuestra época.
Las imágenes que componen esta serie se distinguen por la intensidad de sus colores, algunas cargadas de éxtasis y otras de melancolía, reflejando de manera visual las contradicciones de los tiempos actuales. Una parte de Catedral debacle, centrada en los arcanos mayores, ya se presentó en la exposición La torre invertida. El tarot como forma y símbolo en la Casa Encendida entre octubre de 2024 y enero de 2025. Al invitarnos a adentrarnos en esta capilla alejada del ritmo frenético de la feria, Aldo Urbano consigue crear un espacio meditativo que nos invita a la reflexión.
El solo show ¿Puedes oír los corazones golpeando al unísono?, presentada por Aimée Zito Lema (Amsterdam, 1982) en el stand de la galería The Goma, pretende reflexionar sobre la memoria intergeneracional y los traumas históricos. La artista, nacida en Holanda durante el exilio de su padre, un abogado y activista por los derechos humanos durante la dictadura militar argentina, fusiona imágenes de archivo de ese período con registros más íntimos de su propia familia. En la exposición, Zito Lema parte de los periódicos que documentaron el Juicio a las Juntas Militares en 1985, reconfigurándolos a través de dibujos manuales que se superponen a las imágenes originales, generando una propuesta que transita entre el archivo histórico y el presente de la memoria.
Además, su exploración de la ternura como medio para transmitir conocimiento se refuerza en una película de 16 mm digitalizada, que muestra una secuencia en la que madre e hijo tocan el piano. Acompañan el vídeo, una serie de instantáneas ampliadas que transforman que refuerzan la reflexión sobre cómo los lazos familiares pueden ser portadores de memoria y aprendizaje.
El stand de House of Chappaz (Barcelona) se distingue por sus montajes atrevidos y llamativos que, en cada edición, generan un diálogo entre propuestas de artistas consolidadxs, como Diego del Pozo Barriuso (Valladolid, 1974) o Eli Cortiñas (Las Palmas de Gran Canaria, 1979), junto con la recuperación del trabajo esencial de artistas como Carmen Ortíz Blanco (Valencia, 1966). La galería se reafirma, además, como una de las defensoras del vídeo como medio artístico, incluso en el contexto tan particular de una feria, donde el desafío de mantener la esencia del formato se convierte en una declaración de intenciones.
Con sus propuestas disruptivas, House of Chappaz continúa destacándose por su capacidad de integrar el arte contemporáneo en sus diversas formas, empujando los límites de lo que se espera en este tipo de eventos. En esta ocasión, la galería invita al público a reflexionar sobre los vínculos entre memoria, cuerpo y tecnología, vislumbrando un futuro más inclusivo, por un lado, y recuperando la memoria del colectivo LGBTIQ+, por el otro.
El stand de àngels barcelona en ARCOmadrid se caracteriza por una apuesta siempre segura, que combina el trabajo de artistas de largo recorrido, como Esther Ferrer (San Sebastián, 1937) o Joan Fontcuberta (Barcelona, 1955), con la incorporación de nuevas voces emergentes. En esta edición, se presentan propuestas que exploran diversos aspectos de la condición humana y sus interacciones con el entorno. Desde las reflexiones de Daniel Andújar (Almoradí, Alicante, 1966) sobre las complejas relaciones entre tecnología, automatización y poder en la era digital, hasta la investigación fotográfica de Paula Artés (Molins de rei/Alentorn, 1996) sobre el entramado de relaciones de poder y control que vinculan la actividad de Escal UGS y el Estado español, en la construcción de la plataforma Castor.
Entre las propuestas destaca también la fotografía de Mabel Palacín (Barcelona, 1965) parte del proyecto Homeland. La pieza, que presenta la reconstrucción de un entorno doméstico, juega con la noción de la imagen como un modelo flexible, cuestionando la relación entre los fotogramas y el concepto tradicional de la fotografía. También se encuentra la escultura de Mónica Planes (Barcelona, 1992) que, a partir de su investigación en la Academia de España en Roma, reinterpreta la escultura clásica, desafiando las formas idealizadas y ofreciendo una visión más vulnerable del cuerpo en movimiento. La obra de Claudia Pagès (Barcelona, 1990), por su parte, pone en primer plano una reflexión sobre los tiempos coloniales y las estructuras de poder a través de su Muro a dos caras, una caja de luz que simboliza la tensión entre la colonización y la segregación.
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