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Candela Rodríguez estrena (MI CUERPO DIGITAL) en Sónar+D (Barcelona)

La artista emergente Candela Rodríguez estrenará el proyecto (MI CUERPO DIGITAL) en el marco de la Project Area de Sónar+D, plataforma para la colaboración, la experimentación y la exploración de las últimas tendencias en la cultura digital del festival Sónar, del 13 al 15 de julio de 2024.

A continuación proponemos una breve conversación con la artista acerca de la metodología de investigación del trabajo y sus referentes teóricos.

1-¿Cuál fue el punto de partida para el desarrollo del proyecto (MI CUERPO DIGITAL) creación y extensión de identidades a través del arte digital, y en qué consiste?

CR: Creo que mi interés surgió de una obsesión que desarrollé durante mi cuarto año de carrera en Bellas Artes, cuando comencé a enfocarme en el cuerpo enfermo. Al cursar, después, un Máster en Comisariado de Arte Digital en ESDi (Barcelona), esa obsesión evolucionó hacia un deseo de entender qué ocurre con el cuerpo y su identidad en la red, considerando que es un espacio tan mutable y cambiante.

2-¿Cómo llegaste a la idea de concebir tu Trabajo Final de Máster como proyecto artístico? ¿Qué metodología seguiste para estructurar su forma y contenidos?

CR: Al principio, sentía mucha presión por querer seguir la misma línea que seguí en mi TFG, que fue una exploración teórica que permitió una exploración artística. Sin embargo, en el ámbito de la identidad digital, me resultó complicado mantener esa misma estructura. Conforme fui avanzando, Jara Rocha, mi tutora del TFM, me alentó a experimentar con las propias estructuras del TFM. Me hacía preguntas como: «si pudieras hacer tu trabajo de fin de máster con dibujos, como un storyboard, ¿cómo lo harías?» o «¿y si añades silencios?». Recuerdo que en una de las tutorías, Jara me dijo: «Creo que deberías considerar añadir imágenes y recursos no como elementos acompañantes, sino como elementos independientes que le den el mismo valor de lectura que el texto; que sin las imágenes no se pueda entender el texto». Fue entonces cuando me emocioné realmente por hacer el TFM y comencé a desarrollarlo como un proyecto artístico.

La metodología principal que seguí consistió en realizar un esquema sobre los temas que quería abordar, llevar a cabo una investigación etnográfica y explorar mis propias vivencias, además de expresar un lugar de enunciación e intencionalidad dentro del trabajo. Es curioso, porque conforme iba escribiendo, leyendo y reflexionando, la estructura del TFM surgía de manera natural. Sabía cuándo necesitaba una imagen, un enlace, una interactividad diferente o cuándo hablar sobre mi propia experiencia.

3-¿Cuáles fueron tus referentes teóricos y formales?

CR: A nivel teórico, exploré muchos pensamientos e ideas relacionadas con la identidad formal en la era digital. Desde el principio, sabía que no me interesaba tanto la parte psicológica de la identidad, sino más bien la parte práctica y los medios que utiliza la gente para mostrar sus realidades identitarias en la red.

Algunos teóricos que me marcaron significativamente fueron Haya Bechar-Israeli, quien ya en 1995 hablaba sobre el Internet Relay Chat (uno de los primeros espacios de chat en Internet, donde el método identitario de los usuarios era el nombre de usuario) y cómo los individuos pensaban cuidadosamente en ese nickname que los identificaba. Jason Shim, en 2015, discutía las complicadas relaciones interpersonales en el servidor Second Life, donde existen ritos como bodas, ceremonias y encuentros sexuales basados en relaciones amo-sumiso, y cómo los individuos crean una vida totalmente paralela a su vida física. No puedo dejar de mencionar a Donna Haraway y su Cyborg Manifesto de 1985, que plantea que la identidad no forma parte de una esencia del yo, sino que se construye mediante interacciones sociales y tecnológicas.

Artísticamente, LaTurbo Avedon fue un punto de inflexión para mí. LaTurbo es un artista no binario concebido como un avatar, que explora sus capacidades identitarias dentro del marco digital. Nadie sabe quién es LaTurbo en el espacio físico, porque básicamente no se puede decir que existe en ese ámbito. LaTurbo reside en la red, y personalmente creo que intentar sacarle de allí es reducir todo su pensamiento a un formalismo mal desarrollado. La pieza que realmente plantó la semilla de todo lo que he terminado desarrollando fue In-game Images. Por otro lado, Jonas Blumes, un artista también centrado en la concepción identitaria en la red, creó varias piezas en relación a los avatares y sus comportamientos dentro del sistema, como en Rhythm Zero Los Santos (2019) o las arqueologías de los videojuegos cuando el jugador se aparta del teclado y deja que el tiempo simplemente pase en Idling (2019).

Finalmente, quiero mencionar la web de Mouchette.org (1996), creada por Martine Neddam, una web interactiva que inspiró el formato archivo que finalmente adoptó mi proyecto. No hay palabras que expresen adecuadamente lo que es vivir la experiencia de conocer a Mouchette, por lo que invito a explorar la página y disfrutar de la experiencia.

4-¿Qué definición de «cuerpo digital» emerge de tu trabajo de investigación?

CR: Creo que la mejor definición que puedo dar del cuerpo digital, fruto de mi investigación, es que es un ente mutable, cambiante y modificable. Es un cuerpo que abarca todo lo que ha sido, es y será; es completamente atemporal y también posee la posibilidad de morir. No es un ente independiente del yo, sino que permite la expansión del ser según lo que el individuo desee.

5-¿Qué posibilidades expresivas crees que fomentan las redes sociales, los videojuegos y las comunidades virtuales en línea?

CR: Las posibilidades llegan a ser infinitas, y lo realmente interesante es que cada medio digital las permite de una forma u otra. En las redes sociales, por ejemplo, no existe un ente 3D que se mueve en un espacio; en su lugar, la identidad se construye con imágenes, videos y palabras.

En los videojuegos, dependiendo de si están en servidores en línea o no, la expansión de la identidad estará directamente relacionada con lo que el usuario desee hacer. Considero que es en las comunidades virtuales en línea donde ocurre el desarrollo identitario más expansivo y, para mí, más interesante. El hecho de que se puedan llegar a crear vidas paralelas, donde los usuarios tengan pareja, hijos, familia e interactúen con estos en un mundo digital, hace que la vida deje de ser exclusivamente física y se convierta en digital.

Second Life. Cortesía de la artista.

6-(MI CUERPO DIGITAL) se podrá ver en esta edición de Sónar. ¿Cómo llegaste al festival y en qué formato presentarás el trabajo?

CR: Cuando defendí mi TFM ante el tribunal, tuve la suerte de contar con Antonia Folguera, una comisaria muy importante en el ámbito del arte digital, dentro de mi maravilloso jurado. Gracias a ella, fui propuesta para formar parte del Project Area del Sónar+D. Para el festival, presentaré el archivo web final, permitiendo que los espectadores naveguen a través de ello.

7-Como comentaste anteriormente, el proyecto surge de la investigación que realizaste para el TFM del Máster en Comisariado de Arte Digital de ESDi. ¿Nos contarías un poco más sobre tu experiencia formativa y cuales encuentros o experiencias dentro de la universidad influyeron en el desarrollo de la tesis?

CR: El máster fue una experiencia enriquecedora, no solo en términos teóricos, sino también a nivel personal. Las docentes son atentas y asertivas, lo que hace que el proceso de estudio sea mucho más intenso y gratificante. Clara Laguillo, la coordinadora del máster, es una mujer increíble que siempre está dispuesta a ayudar. Nos guiaba, alentaba y ayudaba constantemente a encontrar nuestro camino.

Dentro del maravilloso profesorado, tuvimos a personas como Bani Brussadini, quien también nos ayudó mucho a entender el arte digital, su extensión en los medios y cómo realizar proyectos significativos para nosotras. Escuchar a tantas personas formadas en el campo del comisariado y del arte digital ayuda enormemente a clarificar dónde queremos posicionarnos y de qué queremos hablar.

Retrato de Candela Rodríguez. Cortesía de la artista.
Redacción

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