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La artista sonora Dorit Chrysler hace interactuar las obras de Alexander Calder expuestas en el MoMA – Museum of Modern Art de Nueva York con un theremin – instrumento musical electrónico sin contacto.
Suspendidas en el aire, inmóviles en el instante del movimiento, las obras de Alexander Calder (Lawnton, Pennsylvania, 1898 – New York, 1976) parecen resonar con ligereza –para hacer un juego de palabras: la compositora y artista sonora Dorit Chrysler (Graz, Austria, 1966) ha creado una nueva partitura inspirada en las obras del gran maestro de la escultura, con motivo de Modern from the Start, exposición que se puede visitar en el MoMA – Museum of Modern Art de Nueva York.
Alexander Calder, el “artista de casa” del MoMa
Comisariada por Cara Manes, con Zuna Maza y Makayla Bailey, la exposición explora el largo recorrido de Calder, a través de la estrecha relación que el artista tenía con el MoMA, a partir de principios de 1930 cuando el museo acababa de abrir. Durante los primeros años del museo, Calder era un artista joven pero ya formaba parte del arte más experimental –en ese momento viajaba a menudo a París donde pudo entablar amistad con Joan Miró, Jean Arp y Marcel Duchamp, entre otros. En su papel no oficial de «artista de la casa», recibió varios encargos por parte del Museo, incluyendo la famosa obra Lobster Trap and Fish Tail (1939).
«Fue más o menos después de mi visita al estudio de Piet Mondrian en 1930, donde vi todos sus rectángulos de color desplegados en la pared, que decidí basar mi primer trabajo abstracto en el concepto de las relaciones estelares», escribió Calder en 1943. “Desde entonces ha habido variaciones sobre este tema pero parece que siempre vuelvo a él, de una forma u otra. De hecho, aunque la ligereza de un sólido o una superficie perforada o dentada resulte sumamente interesante, la falta de peso lo es mucho más.”
Desde la década de 1930, por tanto, las obras de Calder han sido un pilar para las galerías del Museo y su Jardín de Esculturas. Contando con lo más destacado de la colección, enriquecida con importantes préstamos de la Fundación Calder, la exposición Modern from the Start celebra a uno de los artistas más queridos e influyentes del siglo XX, presentando también a obras poco conocidas, incluida la gran escultura Man-Eater with Pennants, creada en 1945 y expuesta por primera vez en el Jardín de Esculturas después de 50 años.
Calder toca el theremin
Para su intervención sonora, Dorit Chrysler se ha inspirado de hecho en esta gran escultura, así como en la pieza Snow Flurry, I (1948) expuesta en el tercer piso del edificio, haciéndolas interactuar gracias al theremin. «El theremin es un instrumento sencillo pero hermoso», ha explicado Chrysler. “El científico ruso Lev (León) Theremin usó la entonces nueva tecnología del oscilador para conducir un estudio basado en la espectroscopía de rayos X. Durante los experimentos, notó por pura casualidad que su cuerpo interactuaba con estos circuitos y producía sonidos. Siendo también un violonchelista aficionado, aplicó la tecnología del instrumento a arco para crear el theremin o «termenvox» –como se llamó originalmente en 1920–, uno de los primeros instrumentos electrónicos. El cuerpo humano, o cualquier otra masa física, se transforma en un capacitor que interactúa con el instrumento, cambiando el tono y el volumen a través del más mínimo movimiento. Sin la necesidad de tocar nada, el theremin traduce el movimiento en sonido”, ha continuado la artista, entre los miembros fundadores de la NY Theremin Society.
Trabajando con los conservadores del MoMA, Chrysler primero grabó los sonidos e imágenes de las interacciones de las esculturas con sus instrumentos; luego compuso Calder Plays Theremin, una pieza orquestal para theremin en cuatro movimientos, interpretada por las mismas obras de Calder. «Al final, el propio Alexander Calder generó la idea. Cuando fui invitada por la Fundación Calder a visitar sus oficinas de Nueva York, me encontré rodeada de muchas de las grandes obras del artista” dijo Chrysler. “Sus móviles tienen un carácter y una personalidad muy fuertes y de inmediato las imaginé como artistas activos. El potencial de los intrincados movimientos de algunas de las esculturas de Calder, traducidos en sonidos microtonales, me pareció de pronto muy prometedor».
Y ahora, todo lo que queda es escuchar.
