Esta mañana el MACBA – Museu d’Art Contemporani de Barcelona ha presentado su temporada 2024, así como la exposición 108 días de Lydia Ourahmane (Algeria, 1992). La muestra podrá visitarse a partir de esta noche y hasta el 1 de abril de 2024.
En abrir la rueda de prensa, la directora del museo, Elvira Dyangani Ose, ha dedicado «un momento para pensar sobre la importancia del papel que tenemos las instituciones públicas, los artistas, y todos aquellos que trabajamos para hacer de la cultura un espacio crítico con una voluntad e incidencia transformadoras».
Este año, la institución seguirá trabajando en lo que denomina «el museo posible». Iniciado con el mandato de Dyangani Ose, el proyecto se basa en los afectos y en la cura–entendida no solo a nivel interpersonal, sino también a nivel institucional y estructural. De las colaboraciones llevadas a cabo en 2023, la directora ha querido destacar algunas que resultan ejemplares a la hora de entender como quiere actuar el museo de las curas. Entre ellas, la consolidación del Jardín Ambulante y de otros proyectos comunitarios como La Cocina o el Grupo de Jóvenes.
A lo largo de los años, MACBA no ha estado exento de críticas. En varias ocasiones, se ha destacado su progresiva perdida de conexión con el público general en favor de una audiencia demasiado especializada. Pero de esto, Dyangani Ose es consciente desde el inicio de su mandato. De hecho, «el museo posible» no solo quiere repensarse a sí mismo, sino también quiere intentar reescribir su relación con la comunidad que lo acoge.
«Un museo que no esté situado en un contexto, no es un museo relevante», dijo la directora en acabar la rueda de prensa. «MACBA tiene su propia idiosincrasia (…), queremos ser un museo radicalmente público, con una atención directa a la comunidad que nos rodea. (…) Además tenemos que prestar especial atención a las obras de arte que se producen en Cataluña y a los artistas que trabajan en este contexto». El reto para el museo, entonces, parecería doble: por un lado, la consolidación del vínculo local; por el otro, la conservación de una mirada internacional.
Para conseguir este doble objetivo, la institución necesita ser cada vez más permeable y porosa: un lugar para ser vivido y desde donde repensar también como queremos habitar los demás espacios que transitamos.
La nueva temporada, inaugura con la exposición 108 días de la artista algerina Lydia Ourahmane. El título hace referencia a los días en los que la exposición estará abierta al público, así como al número de personas que Ourahmane quiso involucrar en el proyecto. «Preguntándome como hacer del museo un espacio poroso, y como llevar el afuera adentro, quise invitar a todas aquellas personas que constituyen el entramado de la ciudad», dijo la artista.
Durante 108 días, la sala expositiva situada la Torre del museo, se convierte en un lienzo en blanco. De hecho, excepto por los elementos esenciales que se utilizarán para realizar diversas acciones, la artista quiso dejar el espacio completamente vacío. La significación de la obra radica en la confianza tejida entre Ourahmane, –que residen en Barcelona desde 2021– la institución, lxs participantes y el público, transformando la sala en un lugar de intercambio.
Aquí el museo se convierte en un espacio urbano ampliado, con la participación de individuos o colectivos que representan el tejido social de Barcelona. En este sentido, la exposición inaugural del programa es también una declaración de intenciones por parte del propio museo. Así como «una carta de amor para la ciudad», como concluyó la artista.
La nueva temporada continúa para MACBA con dos proyectos que combinan el programa público con la exposición, para explorar los lazos que conectan el interior y exterior del museo: se trata de Cançó per a molts moviments. Escenaris de creació col·lectiva y [contra]panorama.
El primero, comisariado por María Berríos y Sabel Gavaldon, presenta un programa público diverso junto con una escenografía que desafía la frontera entre obra y documento. Nacido de la transversalidad del museo, el proyecto involucra a artistas, músicxs, poetas e investigadorxs nacionales e internacionales, para rescatar experiencias de sostenimiento mutuo y solidaridad.
Por otro lado, [contra]panorama cuenta con el comisariado de un equipo multidisciplinario, en diálogo coral con varixs artistas. La propuesta aborda, desde la perspectiva artística, cuestiones como las condiciones de trabajo, la clase social y las burocracias. El atrio del museo servirá como lugar de experimentación común y de encuentro entro las dos propuestas.
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