Reducir la obra de Lolo & Sosaku a una serie de palabras divididas en párrafos (como este mismo ejercicio) padece de un exceso de futilidad. Pero, puesto que el lenguaje hablado y escrito es el medio y lingua franca que tenemos a nuestra disponibilidad —y claramente la herramienta por defecto del periodismo—, hay que hacer caída libre para hacer justicia a su obra verdaderamente magnánima. Las veces que una sola obra de arte contemporáneo me ha inquietado, entusiasmado, perturbado, acariciado, incomodado, enamorado son escasas. En cada intervención de Lolo & Sosaku que he tenido el placer de experimentar, me rezuma una admiración parecida a la de unx niñx pequeñx que viene en contacto con algo tan maravilloso que no se puede contener. Esto es un elogio, o mejor dicho una carta de amor, al esplendor de las obras de reciente producción del dúo que lleva años operando en Barcelona y L’Hospitalet de Llobregat.
En los años 20, el jazz —estilo de música estadounidense desarrollado por voces afro-descendientes— fue repudiado por su desobediencia musical. Acusado de ser música del diablo, maldita y provocadora, el jazz es uno de los grandes ejemplos del rechazo a la asimetría expresiva. El jazz, tanto el acid jazz, como el fusion, como el de las figuras más estándares del sello Blue Note, buscaban una belleza singular, alternativa y audaz. Desobedecían a estructuras, tempos y melodías tradicionales. Además, se inspiraban en métodos como la llamada y respuesta; el fundamento de la improvisación y el cederse al azar. Este conjunto de novedades y aportaciones radicales a la música causaron oposición fogosa por parte de la sociedad blanca y aristocrática de los Estados Unidos hasta que en algún momento acerca de los años 40, empezó a haber un interés por parte del mismo estrato social —por no decir una gran reverencia e incluso una apropiación de la misma.
Similar al jazz, las performances de Lolo & Sosaku corren el riesgo de ser cruelmente malentendidas. Sin alejarse del todo del arquetipo del travieso nigromante/alquimista, el dúo no pretende provocar como haría un tal Abel Azcona. No tienen maldad, sino amor profundo para la constelación de materiales desechos y olvidados que orbitan alrededor de nosotrxs. Señalo a la conversación que exibart.es mantuvo con ellos a principios de 2022 en la cual ellos detallan su relación metodológica con la elaboración y la materia:
«Nuestro trabajo sucede en los márgenes, no sólo de las disciplinas artísticas sino también del tiempo…lo desdibuja, lo cuestiona…Cuando llegamos [al estudio] es igual que cuando llegas de la ciudad a un bosque: no ves nada…y poco a poco se va desvelando todo, la repetición del árbol, las pequeñas variaciones de los troncos, debajo de la corteza, cruzando las anillas hasta el centro, los insectos entre la hierba…El estudio es un lugar vivo, a veces pasan cosas que nos descolocan, por ejemplo al observar una máquina que pinta, a veces intuimos una intención en ella, una rareza en su comportamiento, también en el idioma que pueden generar un grupo de máquinas, cuando esta comunicación sucede solo podemos alejarnos, mirar y no entender absolutamente nada.»
Esta reflexión altamente poética desvela la sensibilidad ardiente que ambos tienen para el mundo objetual, tradicionalmente acusado de ser ‘inanimado.’ Vimos esta misma sensibilidad en De la tierra, instalación insólita que tuvo lugar en La Veloç que viene a ser una oda al silencio, a la serenidad, a la atención, a la pausa. Esta instalación ruge igual que las intervenciones performáticas acusadas de ser descaradas que se han experimentado en varios formatos en Galería Alegría, El Pumarejo, MIRA Festival, Sónar, La Casa Encendida y recientemente en el Liceu de Barcelona bajo el nombre V 金属を含む V Contiene metal.
Estas performances —que se asemejan más al formato y experiencia de un Dj set o una aria objetual— son fruto de meses de elaboración, ensayo y conocimiento técnico. Durante las performances, Lolo & Sosaku generan las condiciones ideales para que los elementos compuestos por metal crudamente soldado, circuitos extraviados y cables reconstituidos, puedan gozar de una agencia suprema. Esto les dota con una autonomía operática; una polifonía asimétrica de cosas que se rozan y generan fricciones corales.
Como se ha dicho al principio, hacer meras descripciones relatadas cronológicamente les somete a un proceso de reducción y síntesis. Hay que abordar su obra con acaricias poéticas y aproximaciones metafóricas. Entrar en De la tierra por ejemplo es como entrar en un templo. Nos inspira a rezar; siendo una persona espiritual o no, la grandiosidad y simplicidad épica de la pieza te humilla (en el sentido de humildad del verbo). Ver estas figuras baléticas respirar, pulsar y susurrar te deja sin aliento. El efecto que consiguen es alienígeno. Nos suspende en el tiempo. Flotamos por el espacio. Es una obra maestra no en el sentido eclesiástico e hipermasculino de la palabra, sino en la forma en que proporciona espacio en lugar de ocuparlo. Un espacio para la divagación, la deambulación, la pausa. Es generoso y sutil. Una demostración de su valentía técnica, sí, pero también de su tenacidad humilde: una vez más, la radicalidad recae en su elegante modestia.
Volviendo a V 金属を含む V Contiene metal, ellos invierten estas nociones. Aquí se ocupa más el espacio; no ellos sino los sujetos y entes variados que conforman el gran reparto de participantes corales. El lugar es de alta importancia: la Sala Miralls del Liceu de Barcelona. El renombrado teatro de la ópera que ha acogido grandes voces desde 1847 aquí cede el espacio a otros seres parlantes que no son necesariamente biológicos. Aquí reina la fricción, el azar, las partículas, las vueltas, la gravedad, el empuje, la estática y las otras leyes naturales de la existencia terrenal que solemos obviar ya que nuestra concentración está ocupada por otros estímulos. Lolo & Sosaku, en esta aria humildemente profética, nos recuerdan que estas leyes son el fundamento del universo; son lo que todos los sujetos sintientes —la ardilla, el vaso, la semilla, el polvo, la montaña, el microchip, el arbusto, el viento— tenemos en común. Son lo que nos une.
Esto fomenta una relación dialéctica no solo sensorial sino erótica con el mundo que nos rodea. Todo el público (o casi todo) bailó durante la performance que duró alrededor de una hora. Algunxs frenéticamente y erráticamente. Otrxs más en estilo rave. Además, la experiencia también contó con una performance —esta vez con cuerpos biológicos— de Val del Raval y Rocío Jesus quienes nos guiaban, afirmando que efectivamente en esta performance se puede bailar. Cabe destacar el elenco de personas que fueron invitadas a esta ópera: personas de clases variadas, personas del sector cultural, y no del sector cultural, artistas, periodistas, personas queer y trans, nacionales e internacionales. Todxs fluyendo al mismo ritmo, deviniendo unx en los destellos, las centellas, la niebla y el sonido abra(s/z)ador.
V 金属を含む V Contiene metal es sin duda un éxito y un hito en la carrera del dúo y el público que gozó profundamente de la experiencia es el testamento. Dará pie a otras intervenciones en espacios que tradicionalmente iban destinados a eventos más convencionales; espacios en los que históricamente clases y cuerpos variados no se sentirían tan cómodxs, y ahora sí, gracias a la invitación de Lolo & Sosaku.
Próximamente se podrá ver su obra en el Musée d’Art et d’Histoire de Genève y en Chillida Leku de Donostia. Se puede consultar varias videograbaciones de la performance abajo:
Lolo & Sosaku at Liceu de la Opera from Lolo & Sosaku on Vimeo.
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